Hace años, mi hermano devolvió a Plaza y Janés una «Enciclopedia Escolar» que había comprado para los críos porque en el tomo de Historia se hablaba todo el rato de la «Corona catalano-aragonesa», de los «conde-reyes de Cataluña-Aragón» y lindezas parecidas, amén de numerar a los monarcas aragoneses por el ordinal cambiado «a la catalana». Recuerdo que la genealogía de los reyes de Aragón quedaba reducida a una birria churrutera: todo era de Navarra o de Catalunya, pero de ese territorio marciano que resulta que está enmedio, y para el que solo caben calificativos despectivos, al parecer no se sabía nada.
A raíz de aquello me publicaron en el Heraldo un artículo titulado «Aragón se esfuma de la Historia«, en el que recordaba que fue en mis años de Instituto, y gracias a mi querido profesor Joaquín Vispe, cuando me enteré de que nuestros vecinos orientales iban borrando, a poc a poc, de forma sutil pero insidiosa, los rastros de la presencia aragonesa en la historia medieval para acrecentar y magnificar así la suya.
Me ilustraron aquel artículo con un baturro vaporoso tocando la bandurria.
Y en algo así nos estamos quedando: aquel dibujico fue profético.
Hace muchos años que la Generalitat catalana y los profesores, intelectuales y técnicos de incontestable adhesión al régimen van haciendo una labor —a poc a poc— en diversos frentes para consumar un expolio hondo y definitivo de lo aragonés: se trata de ir introduciendo su «nova visió històrica» en libros (sobre todo, los de enseñanza), publicaciones académicas, folletos turísticos, medios de comunicación… de manera que va calando, a poc a poc, en todo el Estado una serie de conceptos que ningunean, o mejor, anulan por completo el protagonismo aragonés en la historia medieval hispana.
Finalmente se ha dado el paso al corazón de la bestia y esta vez no se ha hecho a poc a poc, sino a més a més y a la brava: va a desgajarse, aún no sabemos cómo pero seguro que no a favor del rigor histórico, el Archivo de la Corona de Aragón.
En Cataluña llevan años y años preparando el tema. Se cuenta para ello con una ventaja enorme: casi nadie sabe, ni le preocupa, de qué cognio estamos hablando ni qué más da el rollo malayo ése de unos papeles viejos. ¿Archivos? Buah, menudo coñazo: que los quemen, oiga.
Y, bueno, pues con ese desprecio han contado para conseguir que se haya armado una trifulca horrorosa, pesada, omnipresente y larguísima sobre el tema de que si Cataluña era nación o no lo era, mientras que de tapadillo y a lo somarda, sin ocupar un puñetero titular en primera página, ni un minuto en la tele ni en la radio, se ha liquidado de un plumazo el sentido y la integridad del Archivo de la Corona de Aragón. Hala, a cascala.
Un titular en el Heraldo, otro (por supuesto, no en portada, a qué fin) en El País, algún comentario desde la carcundia, y pasado mañana a otra cosa. Sobre todo, teniendo en cuenta que ahora mismo se acaba de dar «un revés a Cataluña» con el tema de los bienes, y no es buen momento para que la opinión pública esté receptiva ante «otra queja de los pesaos de los aragoneses, que siempre se están quejando por todo, qué cargantes ya con Cataluña, aj».
Pues, en fin, el del ACA (Archivo de la Corona de Aragón; aunque me juego el cuello a que esta denominación tiene los días contados) es un tema con bastante más trascendencia que la cansina consideración oficial de Catalunya como nació o como patio de vecinos.
Vean: esto es lo que acaba de validar el Tribunal Constitucional, desestimando la reclamación hecha por Aragón y Baleares, o sea, la disposición adicional decimotercera del Estatut de Catalunya:
Los fondos propios de Cataluña situados en el Archivo de la Corona de Aragón y en el Archivo Real de Barcelona se integran en el sistema de archivos de Cataluña. Para la gestión eficaz del resto de los fondos comunes con otros territorios de la Corona de Aragón, la Generalitat ha de colaborar con el Patronato del Archivo de la Corona de Aragón, con las otras comunidades autónomas que tienen allí fondos compartidos, y con el Estado, por medio de los mecanismos que se establezcan de mutuo acuerdo.
Estas escuetas líneas, que parecen nada, significan que nos hemos quedado sin archivo. No lo digo yo, lo dijo Carlos Laliena en el Heraldo hace no mucho, que guardo el recorte; y Carlos Laliena es uno de los mejores medievalistas de España:
La Generalitat parece admitir el principio de gestión compartida, pero la cláusula inicial vacía de contenido el texto, pues el Archivo Real es, justamente, el que contiene los «fondos comunes». Una vez transferido a la Generalitat, el Patronato tendría capacidad para supervisar… prácticamente nada.
Les vuelvo a copiar el texto, para que no nos perdamos: «Los fondos propios de Cataluña situados en el Archivo de la Corona de Aragón y en el Archivo Real de Barcelona se integran en el sistema de archivos de Cataluña».
Es torticero y borde mentar el Archivo de la Corona de Aragón y el «Archivo Real de Barcelona» como si fueran dos cosas separadas, que no lo son. El Archivo Real, que no era DE Barcelona sino que estaba EN Barcelona, que no es lo mismo, es una sección del ACA, justamente, como dice Laliena, la más valiosa y la que guarda principalmente (aunque desde luego no sólo) los fondos comunes de lo que fue la Corona.
Y ahora ese tesoro, uno de los fondos de documentación histórica más importantes del mundo, se va a romper: el TC ha dado vía libre a que se desgajen de él los «fondos propios de Cataluña».
¿Qué es eso de tener la jurisdicción sobre los «fondos propios» de ese Archivo? ¿Cómo se determinará cuáles son esos fondos? ¿Se elegirán los que contengan la palabra «Cataluña» en el texto? ¿Los que contengan cualquier topónimo de la actual Cataluña? ¿Los que estén firmados en Barcelona?
Si es esto último, apañados vamos, pues se generó muchísima documentación en la ciudad condal… solo que era documentación referida a toda la Corona.
Ahora ya no vale la «unidad de colección» que manda preservar el ICCOM, y a la que con voces de horrorizadas plañideras se acude, machaconamente, como excusa primordial para no devolver los bienes eclesiásticos de las parroquias aragonesas: ¡¡Toquemos a somatén!! ¡¡La unidad de colecció del Museu de Lleida, Diocesá y Comarcal es intocable!! ¡¡Uno no se puede pasar por el forro las directrices del sacrosanto ICCOM!!
Bueno, no se las puede pasar uno… salvo que se tenga peso político suficiente en Ejpaña como para hacerlo. Y Catalunya lo tiene. Así que, en este caso concreto concretito, nos olvidaremos del ICCOM. Ale, hop. El que diga lo contrario, no es porque tenga algún argumento o razón de ningún color: es que será un catalanófobo y un facha.
Lo gordo es que, rizando el rizo, sobre este tema la Generalitat ha pasado olímpicamente de las recomendaciones de sus propios archiveros, uno de los cuales, Ramón Planes i Albets, ocupa un alto cargo en la Dirección General de Patrimonio Cultural de esa misma Generalitat y es principal autor de un librito, «L’Arxiu de la Corona d’Aragó. Un nou perfil per a l’Arxiu Reial de Barcelona» (está aquí, en el num. 3 de la «colección de textos»), que por pura casualidad me leí de cabo a rabo hace unos días, mire usté por dónde.
Mientras me leía el librito en cuestión me iba subiendo por las paredes, porque en él se esboza una historia del Archivo que es pa mear y no echar gota. Con mucho tonillo pretendidamente académico y riguroso, pero falso total. Luego me entero de que es la versión imperante en Cataluña: el Archivo Real no se creó en 1318 por Jaime II, qué va, por dior: arranca de un supuesto archivo condal en el siglo IX, tesis que ha negado toda la historiografía habida y por haber con argumentaciones sólidas… pero inútiles, porque se enfrenta a la tenacidad de los jerifaltes vecinos, empeñados en mantener contra viento y marea que esto sabe a jabón pero es queso. Y a ese queso, es decir, a ese supuesto archivo condal primigenio, es al que «se irían incorporando» los registros de la Cancillería Real.
En cualquier publicación que uno se topa sobre el particular, en el ámbito catalán, se mantiene esta tesis –insisto, más falsa que un euro de veinte céntimos–, que obvia la previa existencia de archivos en San Juan de la Peña y en Sijena, y también la fecha archiconocida de creación del archivo como tal: compruébenlo en esta página, por ejemplo, aunque hay muuuuchas otras.
Que me subía por las paredes, digo, con aquel librito y sus lindezas. Me parecía una barbaridad que todo el rato (cosa que también sucede en otras muuuuuchas publicaciones) se aludiera al archivo como «el impropiamente llamado Archivo de la Corona de Aragón», que, según la historiografía catalana más divulgada, es una denominación espuria e impuesta tardíamente que no ha hecho otra cosa que confundir a la opinión pública, haciendo creer que, por el hecho de figurar en su nombre, Aragón allí pinta algo.
Porque el Archivo de la Corona de Aragón no es tal. No, señores. Es otra cosa. Es un conjunto de documentación inmenso del que, como fondos comunes, no hay más de un 30% del total. El resto, catalán de pura cepa, de la seva, que a la que te descuidas te canta Els Segadors.
Ciertamente hay muchas cosas guardadas en ese archivo que no tienen res a veure con la historia de la Corona; por ejemplo, y como anécdota, se guarda allí la documentación del Gremio de Confiteros de Barcelona. Pero es que no estamos hablando de la morralla: estamos hablando de que se pretende meter mano y desgajar una documentación valiosa que ha de servir, como se dice en el repetidamente mencionado librito, «para el proceso de reconstruccion nacional y cultural de Cataluña».
Esto es, para considerarla de muy otro modo… que no tiene nada que ver con la historia.
Aún así, esta publicación de los archiveros (que contiene muchas cosas con las que afilar el colmillo, pero no me voy a extender más, que bastante rollo llevo ya), consideraba que el Archivo Real era intocable, una parte que claramente debía regirse por el Patronato de las cuatro comunidades autónomas herederas (en fin) de la Corona aragonesa, porque sus fondos eran comunes.
Pues ni eso ha respetado el Estatut, miren ustedes: también, como ven (y pasándose por el arco del triunfo, detrás de las recomendaciones del ICCOM, las de sus propios arxivers), ha de meter su zarpa en ese fondo excepcional para gobernar en él en exclusiva, en la parte, no sabemos cuál, que se decida que es «propiamente catalana». Y no sólo decidir sobre ella, sino hasta cambiarla de sitio. Que también eso se lleva tiempo preparando a poc a poc.
Y todo esto, ¿por qué?
Pues para acrecentar les Glòries Catalanes. Y, de paso, el Arxiu Nacional de Catalunya. Pónganse en pie y llévense la mano al pecho:
Ya tienen una ley (¡del año 2001 y no nos hemos despeinao!), la de Archivos y Documentos, que declara en su artículo 20 nada menos que lo siguiente:
1. El sistema de Archivos de Cataluña está integrado por los archivos siguientes:
a) El Archivo de la Corona de Aragón.
¡Toma castaña! Y nosotros, creyéndonos que el Constitucional sirve de algo…
Cataluña una, grande y libre. Aragón, que se esfume ya definitivamente de la historia de una puta vez. Que estoy harta de llevarme disgustos.
(Y mi hermano, devolviendo enciclopedias, el muy Quijote… ¡Vivan los baturros vaporosos!)
Que malos son los catalanes y que buenos son los españoles. Claro que sí.
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Yo propongo que pidamos, todos a una, sin excepción, la integración de Aragón en Cataluña. Igual esa es la solución. ¿Molestamos? pues que nos acojan con los brazos abiertos, como al hijo pródigo que vuelve al redil. Bien pensado, igual así nos iba mejor. Imaginen que así hasta podríamos hacernos del Barça y dejar de pagar las deudas del Zaragoza, que se integre también. Bueno, y si hay alguien que le tiene tanta tirria a los catalanes, siempre puede pedir la integración en Euskadi, que no va a irnos peor. Y ya puestos, los del sur, que la pidan en la Comunitat Valenciana. ¡Ay, qué cruz!
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Ostras Nianankoro, que idea si señor.
Aunque bien mirado igual no hace falta; seremos (pacíficamente) fagocitados. Al tiempo.
Como se me dan mal los trackback, no he sabido enviártelo, pero como tienes mas razón que el Santo Job, me he atrevido a publicar parte de tu artículo, para que sea conocido.
http://www.unjubilado.info/2010/09/10/cataluna-grande-y-libre-a-pesar-de-la-historia-de-la-corona-de-aragon/
Saludos
para Ñai:
Que mala es la demagogia y el victimismo.
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Cálmate, que te excitas demasiado, y eso les va de «pebrots» a los radicales…
Recordad que los nombres de las divisiones «regionales» son falsos y arbitrarios. Y SI, Aragón se dividía en varios principados, uno de los cuales era Catalunya. Y en otros tiempos, Aragón no tenia nombre como tal y era una parte de los condados catalanes. Y ahora, ambos están en el estado Español.
Nombres, nombres…. La realidad, es que la Corona de Aragón tenia la capital en Catalunya, y Jaume I NO se llamó nunca JAIME I. Todo el mundo tiene razón., pero todos MIENTEN…
Rigor histórico… Los archivos de Salamanca arrojan datos, pero no cambian nada (tanto cabreo para quedarnos igual)
Si es que da lo mismo… Lo importante, ahora, es que hacemos con lo que tenemos delante: El tema de los archivos…
Yo creo que deberíamos montar alguna gorda el día del Pilar, aprovechando que hay medio mundo en Zaragoza. Yo qué sé, montar una mesica en las murallas romanas y que la gente que acuda a la ofrenda nos deje una florecica, en señal de su apoyo a que se mantenga la integridad del archivo…
Bueno, no sé, va, animaros a dar ideas.
Espero no rebuznar muy fuerte porque escribo desde Los Angeles donde no sabemos mucho sino de Hollywood y así. Consideren a los poblres catalanes que andan desesperaítos tratando de buscarse Grands Livres porque sólo tienen el Tirant lo Blanc, que nadie lo lee, Ausías March, Juan el de las Señas (que está bien la novelita biográfica) y su hermano Luis Goitiacompañado de mil páginas de paja de que si se cogió a Nuria o a Montse o no (yo creo que no). Así que, a los aragoneses se los digo: no sean tan tercos y mándenles YA pero ya MANDELES a Catalonya todo lo que tenga que ver con ella, con la catalanidad, los papeles de los confiteros de Barcelona etc., aunque el archivo aragonés se quede chiquito. Pero que se quede en Aragón. Van a tener que dar pelea y apelar contra esas leyes. No vaya a ser que algún confiter decida venderlo todo de a por kilo y vayan a parar los papeles aragoneses a Nueva York o a Los Angeles…
La otra solución es digitalizar todos los documentos antes de que sean enviados a Cataluña, porque sólo así se protege la historia aragonesa para que la estudien los futuros investigadores y los presentes claro.
Es una tierra de gente fuerte y de genios. Si se desmantelan lo aragonés y lo castellano se desmantela España y ésta ha de ser la movida, la cual no va contra Aragón sino principalmente contra España y proviene de los enemigos tradicionales de ésta, en última instancia, aunque por medio de los políticos españoles. Ni siquiera proviene esto de los mismos catalanes, no me lo creo.
Me apunto a pensar y hacer una gorda.
Un abrazo
Mi apoyo incondicional a éste valiente artículo… que copio en parte y animo a todos a que lo lean en éste estupendo blog.
Saludos desde Asturias (Oviedo).
Yo soy aragonés… y a mucha honra.
Gracias, Jose. Un besote hasta Oviedo.