Ayer me llamó una familiar para interesarse por mi padre, que sigue en el hospital. Como vive fuera apenas nos vemos, así que aprovechamos para repasar el estado de toda la familia, qué tal los chicos, bien, y todo eso. Llegamos a mi situación laboral: «¿Cómo vas, tienes trabajo?». «Pues bueno, justo en este momento no, se me acabó el contrato el sábado pasado, pero ya voy teniendo alguna cosa apalabrada para septiembre-octubre…». «Hija, tú toda la vida igual. Vale que estudiaras aquella carrera si te gustaba, por hobby, pero después tenías que haber hecho otra que te diera trabajo».
Jopé, no me esperaba yo planchazos de estos a estas alturas, a mis años. Cierto que hay veces que me desespero y hasta yo misma pienso en cambiar de oficio, aunque sea a estas alturas y a mis años. Pero hay una diferencia entre que yo no haya tenido suerte o no haya sabido «colocarme» o «garantizarme un futuro», y que la carrera que yo estudié no sea más que un hobby.
Yo estudié Geografía e Historia, especialidad en Historia del Arte. Pero eso a mi prima, la familiar que telefoneaba, creo que le da igual: lo que ella cuestiona, como mucha otra gente, es la validez y utilidad de las carreras de Letras, las Humanidades. ¿Eso para qué sirve? La Historia, la Literatura, la Filosofía, el Arte… ¿dan de comer?, ¿aportan algo?
Pues sí, sí señores: aportan muchas cosas. Alguien tiene que enseñar Geografía a los chavales más allá de reconocer el contorno de la Península Ibérica, que es a lo que alcanzan en Primaria; alguien tiene que contar la Historia para que entendamos el porqué de las cosas; alguien tiene que distinguir un soneto de un romance y saber apreciar la calidad literaria; alguien tiene que desentrañar los documentos antiguos para que otros más listos no nos la metan doblada; alguien tiene que saber valorar el Patrimonio para que no vengan los especuladores a cargárselo, porque es nuestro y hay que defenderlo… Alguien tiene que poner al servicio de la sociedad la capacidad crítica y las herramientas que la desarrollan para evitar que nos avasallen engatusándonos de cualquier manera.
¿Todo lo que he dicho no es suficiente? ¿Podemos prescindir de ello? Bien, pues entonces tendré que darle una vez más (y una vez más, me jode) la razón a mi padre, que siempre ha dicho: «Hija mía, los ricos no quieren que el pobre estudie. Que sepa cuentas sí, y conducir una maquína; pero nada más. No les conviene».
Orgullosa puedes y debes estar por haber cursado la carrera que elegiste en su día y la trayectoria profesional y personal que has trazado desde entonces. Los que te conocemos y te queremos, lo estamos de tí.
Gracias, corasao. Me viene bien una palmadica en la espalda, ¿eh?, que me llevo cada planchazo, como ves… 😛
Mary dale recuerdos a tu padre de nuestra parte . Espero que mejore , Un abrazo
En un ratico se los doy, Marisa, guapa. Un beso.