Las pinturas del ábside de Sijena: ¿otro expolio?

Montserrat Pagès i Paretas, hasta hace poco conservadora de pintura románica del MNAC, publicó en 2012 el libro Pintura mural sagrada i profana, del romànic al primer gòtic. Mas de la mitad de sus 214 páginas se dedican a conjuntos pictóricos aragoneses, sobre todo a Sijena y el castillo de Alcañiz; 30 páginas abordan pinturas europeas y otras 53 páginas estudian conjuntos catalanes. El grueso de la obra está dedicado a Sijena: sala capitular, pinturas profanas e iglesia. Su análisis da mucho juego por diversos motivos, pero hoy nos vamos a centrar en la parte relativa a las pinturas del ábside de la iglesia.

Compré el libro con avidez: consultado el índice, visto que dedicaba tanto espacio a Sijena y siendo la autora una técnica del MNAC, confiaba en obtener una información de primera mano de todo ese caudal de obras y datos que atesora el MNAC y que está vedado a los investigadores externos (al menos, a los aragoneses). Te lees el libro expectante ante lo que estimas una información privilegiada. Pagès PODÍA acceder a ella. Es más: tuvo a su cargo, desde el año 90, la catalogación de todos los fondos de pintura mural románica que custodia el museo. Es más otra vez: DEBÍA aportar esa información. Sobre todo, por el bochornoso hecho de que hasta esa fecha, el MNAC no había hecho nada con todo aquel material, no sabía exactamente de dónde procedía, estaba sin registrar ni catalogar… (ver también este post de APUDEPA):Bueno. Qué desilusión, el libro de Pagès. No da ni un solo dato procedente de los archivos del museo. Es desesperante, por ejemplo, leer lo siguiente (traduzco del catalán)

Las pinturas del coro de la iglesia, es decir las situadas en su pared occidental, a la altura del coro alto [sic], ingresaron en el museo en 1946, procedentes del ayuntamiento de Barcelona. Habían sido adquiridas por el Servicio de Defensa y Conservación de Monumentos de la Diputación de Barcelona en 1946.

En el fragmento mayor, que tiene forma de frontal de altar, se representa el Cristo Juez…

Y ahí, justo ahí, hay una nota. El corazón te palpita: ¿de dónde se ha sacado la información sobre esa adquisición? ¿Está documentada? Pero nada, no hay caso. En la nota pone: «Adquiridas por el Servicio de Defensa y Conservación de Monumentos de la Diputación de Barcelona en 1946». O sea, lo mismo que se había dicho en el cuerpo del texto y, además, en un punto donde ni siquiera tiene sentido. Aquí, a cualquier historiador, a cualquiera, le dan ganas de cerrar el libro. La cita de las fuentes utilizadas para acreditar las informaciones que se ofrecen en un texto es fundamental, no hacerlo indica una clamorosa falta de profesionalidad. ¿De dónde ha sacado Pagès el dato de la «adquisición» en 1946?

Yo, que soy perseverante, no desistí. Y la llamé. Hace más de dos años. Explicado el motivo de mi llamada, me dijo que no podía hablar conmigo sin previo permiso del director del museo. Me pareció flipante, la verdad: ¡qué férreo control! No poder ni siquiera hablar… En fin, pedí el pertinente permiso, que al cabo de un tiempo se me concedió. Así que volví a la carga. Intenté quedar con ella en Barcelona, no pudo ser… en fin, que finalmente hablamos por teléfono. Y la Sra. Pagès no consintió en decirme nada más de lo que ya aparecía en su libro. No aclaró de dónde había sacado esa noticia sobre la adquisición por el museo de esas pinturas en 1946. No, no, eso es archivo, habla con ellos. Ya. Tot plegat, y en conclusión, que me hicieron perder el tiempo. No era la primera vez: en el MNAC son maestros en esto, es su táctica habitual.

Para entonces llevaba yo una pelea larga por lograr consultar ese archivo, del que se me llegó a negar incluso su propia existencia, y que concluyó con este cruce de mensajes:

En fin, dejemos este tema por ahora. Si lo saco a colación es porque eso impide a cualquier investigador averiguar datos fundamentales (vulnerando la legalidad, pues es un archivo público; pero aunque esto se ha denunciado repetidamente no pasa nada, por aquello de que la ley no es igual para todos). Dicho sea de paso, el hecho de que se niegue la consulta del archivo por el motivo que se me indicó puede constituir, además, delito de ocultación de pruebas.

El caso es que este post iba sobre lo que Pagès publicó acerca de las pinturas del ábside de la iglesia de Sijena. Y, añado ahora, sobre lo que un redactor del Diari Ara publicó ayer sobre el tema.

Disculpen la longitud del artículo. Es un tema complicado y es necesario explicarlo con detalle: se trata de analizar un asunto, no de dar zascas.

Les dejo imágenes de las páginas del libro de Pagès sobre el tema y luego las comento y traduzco:

Como ven, Pagés afirma lo siguiente:

De la decoración mural de la iglesia de Santa María de Sijena se conocen restos del Juicio Final que había en la pared occidental, así como, por fotografías, diversas escenas historiadas que había en el ábside mayor, de las cuales se desconoce el paradero. Aparte de eso, se conservan en la reserva del MNAC diversos fragmentos pictóricos procedentes de la decoración de un tramo de la nave, todavía por estudiar y, la mayoría, por identificar. Lo más destacable es la figura monumental de Santa Catalina. El resto son enmarcaciones y un par de escenas muy estropeadas y fragmentadas.

Las pinturas del ábside

Las escenas historiadas que había parece que al menos eran cuatro, más el Cristo de la bóveda de la ventana absidal, conjunto que se conoce desigualmente a partir de antiguas fotografías y de poco claras descripciones; de todo eso no nos ha quedado nada, lo que como mínimo es muy sorprendente.

Pagès no había estado en Sijena cuando escribió esto, es evidente. De todo eso sí se había conservado algo: para saberlo, solo hace falta entrar en la iglesia y abrir los ojos. Os dejo unas fotografías de Antonio García Omedes para que veáis algunos de esos restos que están in situ, no solo en el ábside sino también en la nave:

 

Además de esta evidencia (podrán ser restos de arranque si es lo que determinan los técnicos, pero ahí están, y dan información que Pagès tendría que haber aprovechado), hay que señalar dos cosas más: 1) Los restos del Juicio Final que nombra Pagès no se encontraban en la pared occidental de la iglesia, como ella afirma; y tampoco «a la altura del coro alto» (Sijena nunca tuvo coro alto); 2) Los restos arrancados procedentes de la nave y en la reserva del MNAC están, según esta autora, «por estudiar y la mayoría por identificar», lo que debería cubrir de vergüenza a esta institución. Que los den a conocer, al menos; o que dejen que los estudiemos nosotros, ya que ellos no lo han hecho en décadas.

Continúa diciendo Pagés:

A tenor de los fragmentos conservados, es muy difícil de creer que se arrancara solo la ornamentación secundaria y que, en cambio, las escenas historiadas del ábside, lo que realmente era importante, se dejara perder. Más bien parecería que al museo se destinó lo secundaria, es decir, los retajos, que ningún coleccionista habría adquirido.

Esta cuestión, a la que se llega después de analizar las escasas fuentes bibliográficas existentes y su naturaleza, que no ha sido nunca planteada y que evidentemente se habría de profundizar, habría de ser ojeto de una investigación a emprender conjuntamente entre Cataluña y Aragón.

De la segunda frase ya pueden ustedes deducir lo que opino, después de lo que les he contado al principio sobre mis intentos de hablar con esta investigadora; de lo que se afirma en el primer párrafo nos ocupamos a continuación. Pero antes hay que añadir las consideraciones que Pagès añade en nota:

Traduzco, de nuevo:

En la reserva del museo, efectivamente, se conservan 16 fragmentos de pintura traspasada [ahora ya no están en la reserva sino que han vuelto a Sijena, aunque sin documentación], retajos de pinturas todavía inéditos y por estudiar, que ingresaron como depósito de la comunidad de monjas de Sijena en 1960 y que se adquirieron entre 1992 y 1994 por la Generalitat de Cataluña y el MNAC, respectivamente. A partir de esta información se puede deducir que en 1960 toda la decoración del ábside ya debía haber sido arrancada. Pero el hecho de que entre 1958 y 1963 el comisario del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional fuera el prestigioso historiador del arte Carlos Cid Priego, que destapó alguno de los fraudes cometidos en cuestiones similares, quizá impidió la venta.

Por otra parte, que en la reedición del Ars Hispaniae de 1980 se diga que las pinturas del ábside de la iglesia «Se conservan in situ muy destrozadas, aunque poco afectadas por el incendio del real cenobio oscense», cuando en la edición de 1950, aunque se publicaba una fotografía, no se hablaba de ellas, hace pensar que probablemente aquellas pinturas de las escenas bíblicas todavía no se habían vendido y que justamente se publicaron entonces para acreditar su autenticidad y poderlas vender a buen precio.

Más adelante, en la página 106, la autora insiste en esto último: «En 1950, en el Ars Hispaniae Cook y Gudiol no hablan de ellas, pero publican una fotografía».

Ñeeeeec, error. En el Ars Hispaniae sí que se habla de estas pinturas, mírenlo:

Sencillamente es que Pagès no lo leyó porque Gudiol denominaba a su autor «Maestro de Artajona». La suposición de esta autora sobre la venta de estas pinturas, que lleva aparejada un grave delito, se basa por tanto en un error de partida. Gudiol habló tres veces de estas pinturas afirmando que se hallaban in situ: en el Ars Hispaniae de 1950, en la reedición de esta obra en 1980 y en el libro Pintura medieval en Aragón, de 1971, publicado por la Diputación Provincial de Zaragoza.

Por otra parte, Juan Ainaud de Lasarte, director del museo de Barcelona entre 1948 y 1985, también afirmó en 1961, en un informe dirigido a la Dirección General de Bellas Artes, que las pinturas murales de la iglesia necesitaban ser consolidadas, pero que estaban allí, en su sitio, bajo techado (el informe está en el Archivo General de la Administración, caja 65/231, nº 71509/1). Al año siguiente, Ainaud vuelve a referirse a estas composiciones en su libro Pinturas españolas románicas, diciendo lo siguiente: «Esta iglesia estuvo totalmente pintada y en el ábside existen todavía composiciones ejecutadas por un discípulo o seguidor directo del maestro de la sala capitular» (p. 21).

En 1978, finalmente, los profesores  Borrás Gualis y García Guatas, en su libro La pintura románica en Aragón, también aluden a su conservación, muy maltrecha, en su lugar original. Sobre esto último, Pagès considera que «los vestigios que vieron […] ES PROBABLE que fueran solo restos de los arranques».

O sea, según Pagès (que en 2012 no tenía claro que esos vestigios existieran, o que fueran restos de los arranques), ¿mienten todos estos autores? Gudiol, Cook, Ainaud, Borrás, Guatas… Por otra parte, ¿en qué beneficia a la venta de unas pinturas el hecho de que se diga que estaban in situ si estaban arrancadas? ¿Qué tiene que ver eso con darles mayor o menor autenticidad? ¿Para qué necesitaba Gudiol mentir en 1980 diciendo que se hallaban en la iglesia, si ya lo había dicho en 1950 y en 1971? Yo le recomiendo a esta autora que sea más prudente en sus acusaciones, porque le está atribuyendo un delito a una persona que no se puede defender, basándose en un argumento no solo erróneo sino, además, peregrino. Para acusar tan gravemente, hacen falta pruebas; si las tiene, que las aporte, y si no, que consulte los archivos, que ella sí ha podido hacerlo.

Esta autora, que se ha indignado mucho porque el abogado de Villanueva de Sijena extrajo conclusiones erróneas de lo que ella había dicho (y que, desde luego, puedo jurarles que no es NADA amigo mío), no se ha indignado en absoluto cuando el otro día, en el ara.cat, el periodista Antoni Ribas Tur publicó el artículo antes enlazado, que le salva la cara y le atribuye información que ella no dio. Este periodista me llamó para pedirme datos y esos datos le vinieron muy bien para su artículo, pero no dijo que se los había dado yo. Tras su publicación, estuve dos días persiguiendo al periodista para protestar; cuando finalmente logré hablar con él, sólo me decía: esto ha sido error mío, esto también ha sido error mío… Pero a Pagès esos «errores» ya le deben de parecer bien.

En ese artículo, esa conservadora afirma: «Después de investigar las pinturas y hacer mis deducciones, volví a Sijena para ver cómo estaba el muro, y es evidente que fueron arrancadas». Y yo le pregunto: Sra Pagès, ¿cuándo fue usted a Sijena, en qué fecha concreta? Porque de lo que escribe en su libro se deduce que no había estado antes de 2012, o que si había estado no había ni mirado la iglesia. Sin embargo, es ella la que se atreve a acusar a otros colegas (aragoneses, claro: Maricarmen Lacarra, en concreto) de no haber ido al monasterio.

Pagès se viene arriba y dice que «Aragón sí que ha perdido los murales del ábside» y que «parece que nadie se había enterado hasta ahora». Ribas Tur refuerza esta acusación afirmando que «la desaparición del ábside sigue sin ser investigada», pues Aragón se ha concentrado en el litigio con Cataluña, y que yo, en concreto, digo que no he encontrado nueva información sobre el paradero de estos murales.

Amigos míos, ¿cómo vamos a encontrar ninguna información, cómo vamos a investigar nada, cómo vamos a saber, si el MNAC oculta cuidadosamente sus datos, si no nos dejan investigar sus fondos, consultar sus reservas, acceder a su archivo? No sabemos qué es lo que se guarda en esas reservas: permítanos visitarlas, mirar sus libros de registro, buscar datos gráficos y documentales sobre el patrimonio aragonés que allí se guarda. Y déjense de insidias. ¿Qué es lo que les da miedo que sepamos? ¿Dónde está la transparencia que debe observar un centro sostenido con fondos públicos?

Yo le dije al periodista clara y extensamente por qué yo no había «encontrado nueva información sobre el paradero de estos murales», pero él no tuvo a bien indicarlo. Mira qué bien. Tampoco explica por qué doy «una visión totalmente diferente de las mismas fuentes que aporta Pagès». A los que claman por el cumplimiento del código deontológico del periodismo me gustaría verlos ahora quejándose de la misma manera. Ah, pero no lo hacen.

 

Esta entrada ha sido publicada en Abracadabrantizaciones y etiquetada como , , , , , . Guarda el enlace permanente.

3 respuestas a Las pinturas del ábside de Sijena: ¿otro expolio?

  1. Juaquín dijo:

    Buena defensa de nuestro patrimonio, gracias por tu gran trabajo, pues razones y argumentos nos sobran. Adelante!!!

  2. Fernando Lasheras dijo:

    Mari, he iniciado esta petición. Si estás de acuerdo, me gustaría que te hicieras eco. Muchas gracias

    Retirad los coches del palacio, la Aljafería no es un parking

    https://www.change.org/p/retirad-los-coches-del-palacio-la-aljafer%C3%ADa-no-es-un-parking?recruiter=671089721&utm_source=petitions_show_components_action_panel_wrapper&utm_medium=copylink

    F.

  3. Mª Carmen Ansó dijo:

    Una vez darte las gracias por todos tus esfuerzos por salvar los Bienes y las pinturas y todo lo expoliado de Sigena, contrastando fehacientemente y con datos claros y VERDADEROS todo lo que la sra Pages y compañia están mintiendo.
    Gracias a ti, sabemos TODO el proceso, desde el incendio hasta ahora. Te conozco y sé que no vas a rendirte y a seguir investigando. ¡Ánimo y adelante!
    (Vi el programa de Buenos días Aragón sobre Sigena y tenían que reponerlo todas las semanas y ser de obligada audiencia en las escuelas, enhorabuena)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *