Yo quería contarles a ustedes una curiosidad y me han salido tres misterios.
Verán:
La portada de la iglesia de Santa Engracia, que se levantó en Zaragoza a principios del siglo XVI, es una de las joyas de la escultura renacentista, aunque ha sufrido la pobre todo lo sufrible (y eso que milagrosamente se salvó de la voladura del monasterio en 1808, cuando los franceses, cabreados por no haber podido someter a Zaragoza en el primer Sitio, se despidieron con ese «detalle»); bueno, pues decía que en la parte superior de la portada se representa a los Reyes Católicos, acompañados cada uno por dos santos, rezándole a la Virgen de las Santas Masas, que está en el centro. Tal que así:
Lo de las «Santas Masas» es como se ha llamado de siempre a este templo en Zaragoza, que somos daos, de nuestro natural, a aponderar un poco: resulta que éste es el lugar donde fueron enterrados los «Innumerables Mártires» causados por la persecución del emperador Daciano en el siglo III.
¿Qué les había dicho yo de la tendencia aragonesa a la exageración? Los innumerables mártires fueron 18. Una de ellas, la más famosa, fue Santa Engracia, que es la titular de la iglesia. Al poco tiempo se les unió San Lamberto, que decidió que el monte donde le acababa de decapitar un centurión romano no era un buen lugar para reposar eternamente, así que se levantó, se puso la cabeza debajo del brazo y se fue hasta el templo de las «Santas Masas», donde iba a estar más acompañado.
A lo que íbamos. Si se fijan en el nicho donde está Isabel la Católica, que es el de la derecha, verán que la santa que tiene delante le vuelve ostentosamente la cara, con muy mal gesto:
Yo recordaba que en mis tiempos de Universidad me habían contado, como anécdota, que la que le vuelve la cara a la Católica era Santa Isabel de Portugal, que, como aragonesa, mostraba con ese gesto el poco aprecio que se le tenía en esta tierra a la reina castellana.
Sugestiva anécdota… pero falsa. No sé si me contaron un bulo o (lo que es más probable) yo he tergiversado esa historia con los años. El caso es que de eso, nada. Fíjense en que la santa que vuelve la cara no es la que está coronada (que así se representa a Santa Isabel, pues fue reina), sino que lleva toca, o sea que es una monja; además, la coronada tampoco es Santa Isabel, sino Santa Catalina de Alejandría.
Toma castaña. Pues hala, a leer todo lo que tengo a mi alcance, a ver si me entero de cómo puñetas era la historia de verdad. Lo más completo que pillo es un breve estudio de Javier Ibáñez que publicó la IFC en 2004. En conjunto aprendo mucho, pero ahora tengo más incógnitas que antes.
Y es que resulta que antes de la restauración a que fue sometida la portada para recomponerla después de la voladura francesa, a Fernando el Católico su santo también le volvía la cara, igual que a la Isabel que tanto montaba. ¡Anda! ¿Y eso por qué? Porque lo gordo es que esos santos enfurruñados son San Jerónimo y Santa Paula, fundadores de la Orden Jerónima, que era la titular del monasterio…
El monasterio fue edificado a partir de 1493 por iniciativa de los Reyes Católicos, cumpliendo con ello una promesa hecha por Juan II de Aragón, que fue quien se lo encomendó a los jerónimos. Así que los que menos tenían que quejarse eran ellos, ¿no?, que les habían hecho un hermoso monasterio, pero hermoso de verdad, con dineros reales. ¿Por qué los titulares de la Orden habrían de volverles la cara a sus benefactores?
Pues ése es el primer misterio. Pero hay más.
Según dicen los estudiosos, la portada fue hecha entre 1511 y 1518 aproximadamente, esto es, una vez muerta Isabel la Católica. Entonces, ¿cómo es que se representó a los Reyes Católicos como si todavía lo fueran, siendo que la una se había muerto y el otro se había vuelto a casar? Pónganse en el lugar de Germana de Foix, la nueva mujer del rey: ¿ustedes habrían consentido que en la tierra natal de su regio esposo le levantaran una obra escultórica de campanillas con la imagen solemne de «la otra» por muy muerta que estuviese? Y en cuanto a él… ¿ya le quedaban ganas a Fernando de seguir perpetuando la imagen de Isabel, que se la había jugado –y de qué modo– en su testamento; y, sobre todo, de hacerlo en un edificio muy principal construido a sus expensas en Aragón?
Pues ése es el segundo misterio. Y viene el tercero:
¿Sabían ustedes que las columnas dobles que flanquean la portada tapan no sólo una hermosa decoración vegetal renacentista, sino cuatro medallones con retratos, de los cuales uno parece corresponder al escultor Damián Forment, porque es clavadito al que puso, a modo de firma, en los retablos de la catedral de Huesca y del Pilar de Zaragoza?
Vaya, esos delicados relieves no se hicieron para ser tapados por un pedazo de columna, ténganlo por seguro; y, menos, el retrato de un escultor.
Lo curioso del caso es que antiguamente se tenía a Forment por autor de esa fachada, aunque después, por algunos hallazgos documentales que daban fe de la participación de Gil Morlanes y de su hijo (del mismo nombre) en su realización, todo el mundo da por cierto que fueron ellos, y no Forment, los que la hicieron.
Sin embargo, también se reconoce que esas esculturas no son todas de la misma mano (hablo de las originales que quedan, que son básicamente las de arriba; no de las que se repusieron a finales del siglo XIX, que principalmente son las de abajo). Bueno: pues si todo el mundo admite que allí trabajó más de una mano, si es evidente que algunas piezas guardan un notable parecido con otras obras de Forment, y encima aparece el retrato del escultor en la fachada… ¿no debería la historiografía replantearse el tema de la atribución exclusiva de esa portada a los Morlanes?
Eso, sí: lo que sigue siendo un misterio es lo de que en algún momento alguien decidiera tapar esos medallones y, con ellos, «la firma» de Forment. A mí el tema me da para fantasear bastante, e incluso para aventurar alguna posibilidad algo novelera; porque es bien sabido que los Morlanes y Forment eran rivales… ¡Y es que, pocos años antes, Forment le había «pisado» a Morlanes padre nada menos que el encargo del retablo del Pilar!
Me pregunto qué pensará de todo esto nuestra Luisa…
Mire que como le lea esta entrada el Dan Brown le roba la idea y saca un libro gordo de esos que hace.
Me ha pedido Ñain Carbonel que lea este artículo del blog, y me doy cuenta de la cantidad de frentes que hay que abrir para reescriber la historia del arte aragonés. Me gusta mucho, quizás porque empleas el mismo método que nosotros en analizar el monumento ( o una parte del mismo); que en tu caso, acostumbrada al «documento» es más meritorio (a nosotros, con nuestras limitaciones, no nos queda más remedio que usarlo).
A ver si te animas y amplías el análisis crítico a la arquitectura medieval; nos vendría bien la visión desde otro punto de partida.
¡Cojona!..la que has armado en poco rato hija.
En cuanto termine de reírme con la «turba innumerable de mártires» (que bueno tía), y como no tengo ni idea de estas cosas, te fantaseo con el resto.
Lo mismo a la Isabel le olía el aliento (u otra cosa) pero eso sí, lo de Forment y los Morlanes creo que lo tienes más claro ¿que no?..
¡Ay!, lo más cierto de todo esto (y ya lo sabía yo) es que como profe no tendrías precio maja. ¡Amos!
Ehtooooo…..
Buff
Mmmmmmm
Mira, guapa, quesquestoyahoraconunliohorrorosoconunasjornadasquestoypreparandopaoctubre y el comentario puede ir palargo, como se merece tu perspicacia: lo cual no quiere decir que yo pueda desfacer las interrogaciones que te acucian, primero porque estoy desentrenada, segundo porque no se puede, de momento no se puede;
a lo que digo, que como el comentario puede ir palargo, dejamequedeslieunpocoytehagounpostconloquepienso.
Hija, ¿por qué discurres tanto? y oye, ¡que fotos tan chulas!
Besos, besos, prenda
Harry: deberíamos hacer como Tip y Coll, e inventarnos usted y yo un libro a medias como ellos se inventaban las canciones, que uno decía «dame», y el otro «la», y el otro «manita», y el otro «pepeluis». A nosotros, que nos parecemos más a la gorda y el flaco, nos saldría más mejor incluso.
Zagrí: lo que pasa es que los documentos no son unívocos y monolíticos y clarísimos, sino que admiten varias interpretaciones. Dan un fogonazo de luz del que se deducen más cosas, y que como respaldo son maravillosos… pero no lo son todo. Todos tenemos puntos de apoyo, y a partir de ahí lo que hacemos es deducir. Ya hablaremos. Todo esto es apasionante.
Mima: Yo aventuro soluciones para esos misterios, claro, pero no las digo porque serían quizás tachadas de «elucubraciones» (si fuera profe de universidad serían «hipótesis plausibles»), así que mejor me callo. Además es más mejor dejar todo en el aire, jejeje.
No esperes a que pase lo que dice Sonfór y escríbelo tu, seguro que te salía un best seller. Ya me parece que veo a los Morlanes conspirando contra Forment mientras trabajan en el retablo – como no- de Tauste.
Ay, Luisa, que ha debido de salir tu comentario mientras yo escribía el mío, y no lo he visto.
A ver, te pregunto a ti porque como no sólo has estudiado ese mundillo, sino que has novelado nada menos que las andanzas de Damián Forment, eres la más autorizada no sólo para iluminarnos sobre todo este lío, sino incluso para inventarte una historia… Espero con impaciencia ese post, guapa.
Miguel, Harry… es que la novela sobre estos tíos escultores zaragozanos y tal ya la ha escrito la Luisa. Os recomiendo el libro, se llama «Pan de oro».
Fíjate que yo pensaba que que las esculturas estas de la iglesias iban todo el rato de historia sagrada y viene a resultar que la portada de Santa Engracia es un antecedente claro de las portadas del Hola. ¡Que digo del Hola, o del Mundo o del País!
Santa PRISA volviéndole la cara a Zapatero.
Bueno, todavía no han sacado a Zapatero con toca y corona, pero al tiempo….
Cuando se entere , nos cuente Inde, a la innumerable turbamasa de curiosos que pasamos de 19, se lo juro, porfa
Ay, Badil: pues eso que, por no alargar, no he añadido mi pasmo al saber que en la portada están también las efigies nada menos que de Marco Antonio y de Numa Pompilio. ¡Sopla! A ver, que tenemos ya compartiendo espacio un calvario con su crucifijo, dos monarcas, dos santos enfurruñados, una virgen con angelitos músicos, dos romanos famosos, varios personajes escondidos, a San Lamberto con su cabeza en la mano… y eso, por no hablar de los soldadicos con el brazo cambiao, uno con un escudo sonriente y otro con un escudo triste, que hay arriba del todo, que eso tampoco lo he contao y también es otra incógnita…
Joer con la historia del Arte!
Chico chico! Y mis padres que se casaron aquí sin contarme nada de esto.
Menos mal que estás tú, Mari! Aysss!
Hoy, haciendo una foto a la escultura de San Lamberto, me he dado cuenta que el personaje a su izquierda tiene el brazo derecho mal posicionado, es un brazo izquierdo. Es posible un error de los restauradores?
Respecto a lo de los «Inumerables Martires», una profesora que tuve de latín me contó que se trataba de una mala traducción del latin tardio que no separaba los adjetivos, o sea, «innumerotto» que vendría a ser » en número de ocho» y no dieciocho como he leído.
Teniendo en cuenta la época paleocristiana, tampoco habría tantos, ¿no?.