Mi tío Miguel Gato, padre de Miguelgato, me dio el otro día las fotocopias de este número de la revista «La Linterna», de 1936, en el que se relata un crimen que sucedió entonces en Tauste. La portada es preciosa, divertida; pero la noticia es horrenda. Habla de uno de esos crímenes que hasta hoy, por desgracia, se siguen cometiendo a decenas, y son los de los maridos que matan a sus mujeres cuando éstas les dejan o amenazan con dejarles.
Recuerdo que conocí esta noticia a través de los cuidados álbumes de Ángel Betoré: nos los prestó a los chavales del instituto, quienes, espoleados por el magisterio de nuestro profe Joaquín Vispe, empezamos a interesarnos por las tradiciones, el habla, el arte, la historia y las historias de nuestro pueblo. Aquellos álbumes llegaron a mi casa una noche, cuajados de fotografías y dibujos, de primorosos textos escritos con una caligrafía peculiar, casi «de diseño». Era un pequeño mundo recogido, espigado y guardado con mimo.
Me impresionó, pues lo guarda bien mi memoria. Sin querer, me enseñó que «la historia», que por entonces ya me atraía mucho, es algo profundo y vivo que se extiende más allá (o más acá) de los nombres de los grandes personajes, las fechas de las batallas y los hitos de la civilización.
Sé que todo eso también tiene importancia. Me lo recordó de manera imborrable el único suspenso de mi vida: me lo puso Guillermo Fatás (luego querido; en ese momento concreto, no) nada más desembarcar en la Universidad, cuando, en el examen de Historia de primero, ante el tema «La crisis del siglo III», yo le conté de todo excepto lo que había pasado con los emperadores romanos en ese tiempo (y anda que no pasaron cosas). Cuando fui a revisar la nota, me entregó mi examen. En el margen superior había anotado: «Cañamazo político ausente totalmente».
Me costó reconocer que tenía razón. Lo uno no va sin lo otro… pero tampoco lo otro va sin lo uno. Supongo que me había calado demasiado el punto de vista que descubrí en los álbumes de Betoré. Unos álbumes que sólo habían estado un par de noches en mi casa…
Estos días se rinde homenaje, en la Casa de Cultura de mi pueblo, a su recuerdo y a su trabajo. Yo quiero sumarme a él desde aquí. Porque su nombre se suma al de los dos profesores que he nombrado aquí, Vispe y Fatás, en la tarea de hacerme enfocar bien el estudio de la Historia. De la que forman parte los emperadores romanos, el trillo y la siega, las pirámides, las trirremes, la forma de las casas, la mujer asesinada en mi pueblo, los documentos de los archivos y hasta la enfermera de la portada de «La Linterna».
Ángel Betoré, in memoriam.
«¡Ay Fatás, si me aprobarás!…..»
PD Creo que tú aprendiste muy requetebién a «aprender» historia. Y mejor a enseñarla, como «el Vispe» (fantásico), Fatás o Betoré. ¡Con lo que me gustaba que me «cantaras la lección» de vez en cuando..jaja!.
Precioso homenaje, emocionante.
El Angel era un tio grande, desgraciadamente el trabajo (clases nocturnas) no me he permitido aún ir a ver la exposición. Pero es igual porque se puede decir que me he criado con el y con su libro.
A ver si este viernes puedo ir a verlo.
Al final el post me salió un poco solemne, me doy cuenta al releerlo y no era la intención. De hecho, me dejé sin poner el texto que acompaña a la foto de la enfermera y que, no sé por qué, supongo que le gustará a la Badil:
«Ahora ha sido en Madrid donde, ante estas guapas enfermeras del hospital, se ha presentado un perro para que lo curen. (Vea la curiosa información de nuestras páginas centrales)»
‘Lo que hay que hacer pa vivir’, me imagino que diría a cada rato el redactor de la noticia…
Es un texto estupendo, Inde.Yo, reconozco mi manifiesta ignorancia y es una vergüenza, pero no conocía a Angel Betoré.Y entre usté y Miguelgato han hecho que tenga ganas de conocer más, y sienta una «sana envidia» de su infancia.¡Afortunados!
Soy un hijo del Angel, gracias.
Soy un antiguo compañero de Joaquín Vispe, catedratico de Historia. Coincidimos en el instituto «Carrús» de Elche en los cursos 77-78 y 78-79, siendo él Director del Centro y yo su Secretario. Me gustaría ponerme en contacto con él, pero no sé cómo, pues no he podido encontrar ni su dirección ni su teléfono. ¿Alguien me puede ayudar al respecto?
Gracias de antemano.