En el fondo de una mina

El 19 de julio de 1906, dos periodistas de Heraldo de Aragón (uno redactor, otro gráfico) se fueron a pasar «Un día en Utrillas» porque, según afirmaban, «tener una explotación de carbón a cinco horas de Zaragoza y no conocerla» era «delito de leso regionalismo». Las minas de Utrillas habían empezado a ser explotadas industrialmente pocos años antes y eran aún novedad.

Hicieron un reportaje precioso, lleno de dibujos, información y anécdotas, sentido y vivo, que se lee con muchísimo gusto pese a las diferencias en el tono y el lenguaje a que estamos acostumbrados hoy. El solo hecho de que dos periodistas se desplazaran fuera de la redacción para hacer un reportaje ya es un mérito; claro que entonces no existían aún las agencias de noticias.

Bueno. El caso es que este reportero (no me consta el nombre, qué pena) se metió a la mina con su compañero dibujante, bien arremangados los pantalones y con dos candiles de carburo para iluminarse, y salieron de allí tiznados de arriba abajo y con barro hasta los tobillos. Las galerías les impresionaron mucho, lo mismo que el duro trabajo del minero. Pero hubo algo que les erizó el vello:

«Del fondo de la galería llega a nosotros rozando las vetas de la capa carbonífera y conmoviendo el maderamen de la techumbre, una voz argentina, fresca, aguda, que entona copla tras copla de jota».

Era un muchacho cuyo cometido era accionar manualmente uno de los ventiladores de los que disponía la mina para favorecer la ventilación en el interior de las galerías. Mientras trabajaba, cantaba y con ello, a juicio del periodista, a su misión de airear las minas sumaba, involuntariamente, la de airear las cabezas y los ánimos de los mineros.

No saben ustedes la de veces que me estoy acordando estos días de aquel chaval que cantando alegraba sus horas y el duro trabajo de los demás en el pozo oscuro de carbón.

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14 respuestas a En el fondo de una mina

  1. anagadner dijo:

    Pero que bonito…

  2. elbarzal dijo:

    Si estás de paso por algún pozo, que sea por poco tiempo. Y si no hay chaval que cante, avisa, que una es de mucho cantar y nos hacemos unos coros.
    Hermosa historia, y qué necesario oír que nos cantan, que nos alegran las horas, especialmente si son duras.

  3. admin dijo:

    Yo me alegro incluso cuando me subo a un autobús y canta el conductor; que cada vez hay menos, pero aún hay. Imagínate si estuviera dándole al pico en una mina, lo que agradecería esa voz «argentina» y alegre…

    No sé, me acuerdo mucho de la historia de ese chaval cuando me agobio.

  4. Eso me ha recordado, Inde, una anécdota de la familia Haldane, unos científicos encantadores y muy brutos, pero brutos brutos. El padre y el hijo se pegaron un buen tiempo probando la eficacia de las máscaras de gas con diferentes gases tóxicos. De vez en cuando caían desmayados y se intoxicaban cosa mala. Luego montaron una sala de compresión a la que invitaban a todo aquel que pasaba por el laboratorio (periodistas, políticos, familiares) y más de uno se les quedó casi muerto o con deseos de no volver a pisar esa casa. La anécdota de la mina es la siguiente:

    http://cambiorad.blogspot.com/2008/05/una-ancdota-de-los-haldane-de-toda-la.html

    También, Haldane hijo (genetista evolucionista) es el tipo salao que cuando le preguntó un cura que qué se podía deducir de la obra del Creador a partir de un estudio de las obras de la Creación le contestó, con razón: «Dios tiene una inmoderada afición por los escarabajos».

    http://cambiorad.blogspot.com/2008/05/dios-tiene-una-inmoderada-aficin-por.html

  5. anagadner dijo:

    ¿Pero sabes que es muy triste?Que hay veces que alguien canta en situaciones duras y nadie lo aprecia, al revés, molesta

  6. admin dijo:

    Pues no me imagino una situación como ejemplo… pero vaya ceniza, la gente así.

  7. admin dijo:

    WordPress no debe de ser amigo de escarabajos, don Harry, que me ha mandao su comentario al spam. De vez en cuando le pasa, alguna palabra o algo no le mola al filtro y se pone tonto y me manda a los amigos al limbo…

    Qué bueno lo del experimento de los Haldane, oiga. ¡Y el chaval recitando el monólogo de Marco Antonio! Es que no pué ser mejor…

  8. Me resisto, me resisto a poner un enlace a una de mis canciones favoritas
    😉
    Ya sabes, un tipo que canta en un mina.

    Salu2 Córneos.

  9. admin dijo:

    ¿El que escribió mi nombre con su barrebebena?

  10. admin dijo:

    (Por cierto, que pobre mozo: no se podía haber enamorao de una que se llamara Ana, no, se tuvo que enamorar de mí, que me llamo María de Sancho Abarca…)

  11. laMima dijo:

    Hace poco, un buen amigo a quien le habían dado la carta de despido tras varios años de encargado de obra me decía: «no importa, a la porra todos. La pena es que yo, cuando colocaba ladrillo caravista, siempre tenía una canción en la boca. Desde que soy encargado solo me salen maldiciones. Será que tengo que volver al principio».
    Ay, pero yo sé de una que cantaba «Quimereru chin..paaaan» mientras limpiaba por casa ¡anda que no tenía que sonar bien!. :))

  12. laMima dijo:

    ..ahora me acuerdo que yo a mi madre no la dejaba cantar nunca por casa. Aspra.

  13. admin dijo:

    Mi madre cantaba más bien… Y también cantaba tontadas, of course. Ahora me da risa con mis críos: canto yo, y me jalean; canta su padre y le tiran tomates, 😀

  14. admin dijo:

    ¿Sabes quién cuenta muy bien lo de la «educación musical vía canciones maternas»? Javier Barreiro. Enternece oírle hablar de eso.

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