La portada de San Miguel de Uncastillo

Hace años, en mi única (hasta ahora) visita al Louvre, vi que las cartelas que acompañaban a la mayoría de las piezas de la sección de Antigüedades Egipcias informaban al respetable de que aquello se trataba de una «Donación del gobierno egipcio».

Casi me tuve que salir, de las arcadas. «Mais oui, mais oui, avec plaisir!«, imagino que dirían los egipcios de principios del XIX, encantados de la vida al ver cómo franceses e ingleses recogían amablemente todo ese montón de trastos viejos, miles y miles de piezas, que constituían los restos materiales de su antigua y brillante civilización, y se los llevaban de allí. Seguro, seguro, seguro que fue así. Agradecidos que estarían, es más, de que se rescatara todo aquel tesoro de sus estúpidas manos, que a buen seguro lo iban a echar a perder, y se lo conservaran en hermosas salas con la temperatura y humedad adecuadas, después de restaurarlas y todo.

Donación del gobierno egipcio… Hacen falta bemoles.

¿Nos suena esto de algo, a los aragoneses?

Hay un caso memorable, el de la portada de la iglesia románica de San Miguel de Uncastillo, que hoy figura como «donación» en su ubicación actual, el Museo de Bellas Artes de Boston; pero se trata de la donación de un particular, un tal Francis Bartlett: véanlo aquí.

Oficialmente, en efecto, fue ese señor quien donó la susodicha portada al museo. Pero se trataba de un apaño, de una trampa. Estas cosas suelen ser así, no se puede decir que sea literalmente mentira lo que se afirma, aunque el trasfondo del asunto sea muy otra cosa. Yo me acabo de enterar de las peripecias del caso de la portada de San Miguel y todavía estoy alucinando, así que se lo cuento a ustedes, p’a que alucinen también.

En realidad no lo cuento yo: lo cuenta muy bien y con detalle Eva María Alquézar en un artículo que publicó en la revista Seminario de Arte Aragonés hace once años. Les resumo lo fundamental porque resulta del mayor interés saber dos cosas: una, que el pueblo se opuso a que le despojaran de aquella portada; y otra, que en definitiva se trató de una exportación ilegal de una pieza de nuestro patrimonio histórico, llevada a cabo por el propietario de una librería de Barcelona, Salvador Babra.

En fecha desconocida, quizá con los líos desamortizadores del XIX, la iglesia de San Miguel se cerró al culto y se cedió o traspasó al Ayuntamiento de Uncastillo. Pero a comienzos de 1915 alguien se interesó por ella y el cura regente del pueblo, Carlos Quintilla, informó al pueblo de que estaba tramitando su venta. Como la situación era un poco indefinida, porque el edificio era y no era de la Iglesia, el cura ofreció dar al Ayuntamiento la mitad del importe de la venta.

En los plenos municipales se armó un cierto revuelo y el primer paso fue tratar de averiguar, con seguridad, cuál era el propietario legal de aquel inmueble, si la Iglesia o el pueblo. Mientras estaban en ello, consultando al obispo y a otras instancias, pasados unos meses el rector Quintanilla vino a presentarse de nuevo en la localidad con la mitad del importe de la venta, que ya había sido realizada: cuatrocientas pesetas.

El revuelo se convirtió en indignación. Copio lo que dice Eva Alquézar:

el consistorio decidió no aceptarlas [las 400 ptas] y solicitar al obispo la anulación de la venta, ya que se había hecho a espaldas del pueblo, existiendo muchos vecinos que pretendían optar a su compra. Se pidió que se vendiese la iglesia al Ayuntamiento, por la misma cantidad o mayor.

Como siempre, las protestas del pueblo no fueron escuchadas y la venta devino definitiva. O, al menos, lo fue la de su parte más interesante para los coleccionistas: la bella portada románica, cuajada de esculturas de gran singularidad iconográfica. De lo sucedido posteriormente, que se llevó con un oscurantismo tremendo, se deduce que la iglesia fue cedida en arriendo a particulares, que la convirtieron en vivienda; pero ya sin la portada, que fue desmontada piedra a piedra y trasladada a Barcelona, a un almacén del librero Salvador Babra.

Babra no quiso en ningún momento que nadie viera aquel tesoro; ni mucho menos los anticuarios y representantes oficiales de museos catalanes, para que no le presionaran con enojosas cuestiones legales. Él lo que quería era venderla en el extranjero, cabe suponer que porque esperaba que le pagaran mejor. Pasaron varios años de tentativas (William Randolph Hearst, por ejemplo, declinó la oferta) y para cuando se planteó la venta al Museo de Boston, en 1927, ya las leyes impedían la exportación de este tipo de bienes.

Babra había cambiado varias veces de ubicación la portada, para despistar. Y no estamos hablando de un libro o de una pieza cualquiera, sino de centenar y medio de grandes embalajes que pesaban toneladas. Las piedras venerables estuvieron sujetas a golpes, sucesivos traslados de acá para allá y almacenamientos en naves portuarias con un ambiente ideal, húmedo y salino.

Con todo el sigilo posible se llevaron, entretanto, las negociaciones con los agentes de Boston, en una peripecia novelesca que pone de manifiesto que tanto el vendedor como los agentes y los responsables del museo americano eran perfectamente conscientes de que estaban cometiendo un delito.

En ningún momento los bostonianos del museo tomaron parte activa directa en el asunto, sino siempre a través de intermediarios; se planeó el traslado de las voluminosas cajas desde el puerto de Tarragona al de Marsella; se acordó con unos transportistas marselleseses toda la operación…

Las gestiones para la compraventa se encaminaron de tal modo que, en caso de problemas con las autoridades españolas, se pudiese alegar que la portada había sido adquirida por el museo cuando ésta se encontraba ya en Francia. El director del museo americano, Charles H. Hawes, no fue directamente a ver el objeto de sus negociaciones, sino que sólo lo examinó a través de fotografías y de intermediarios. Se acordó que, en caso de decidir afirmativamente la adquisición, enviaría al señor Babra un telegrama con la palabra Accept, firmando con un seudónimo: Musart o Jean.

[…]

A mediados de octubre [de 1928] se decide la compra y la firma Rice & Co. de Boston se encarga de contactar con Gondrand Frères, Société Française de Transports, el contacto en Marsella para el transporte de la portada a los Estados Unidos, evitando que ni el museo de Boston ni Babra tengan relación directa con esta empresa francesa: se insiste en pedirles discreción y rapidez en la ejecución de su labor. La adquisición fue costeada por Francis Bartlett (37.500$), quien donó la portada al museo.

Ale, hop. Prueba superada. La última pieza del rocambolesco episodio fue ese Bartlett que compró «la mercancía» para luego donarla y que la operación apareciese, a ojos ajenos y hasta hoy, totalmente limpia.

Hay más detalles jugosos en todo este asunto, como la participación, aconsejando a los posibles compradores, de los grandes hispanistas Walter S. Cook y Arthur Kingsley Porter, a quienes se tiene poco menos que en un altar por haber «puesto en valor» internacionalmente (ya, ya vemos) el arte medieval español; o como el desastroso estado en el que llegaron las piezas a Boston, donde se volvieron locos para montar aquel gigantesco puzzle para tener que volver a desmontarlo poco después, dado el deterioro que presentaban las piedras (y es que los años que pasó la portada junto al mar no le debieron de sentar precisamente bien).

El caso es que, salvo Eva María Alquézar Yáñez, nadie más se ha metido con todos esos grandes prohombres que intervinieron en la cuestión: ni con el Museo de Boston, ni con sus intermediarios, ni con el librero-marchante catalán ni con nuestros simpáticos e hipervalorados hispanistas americanos. Pero con el pueblo de Uncastillo, sí. Se han cargado las tintas contra los particulares que reconvirtieron la iglesia en vivienda, se les ha acusado a ellos de vender la portada, se acude una y otra vez al p… sambenito que arrastramos los aragoneses como incultos, desidiosos, dejados… pese a que esos incultos, desidiosos y dejados fueron los únicos, los únicos, que protestaron, mientras los cultísimos prohombres que sabían «valorar» el arte iban a lo suyo.

Qué fácil es machacar al que no puede defenderse ni hacernos daño. Vean aquí (hacia el final de la página) la defensa de una uncastillana ante la que me quito el sombrero.

Todos los estudios sobre el tema, el de Eva Alquézar incluido, concluyen que esa portada es imposible de recuperar, pues que han pasado tantos años y está la cosa tan enmarañada. Bueno. Los egipcios están consiguiendo que les devuelvan cosas que los americanos se llevaron hace muchas décadas, lo mismo que los peruanos con el expolio de Macchu Picchu. Aquí no es que haya eggs, es que ni siquiera nos lo planteamos. Y es pena.

La propia página del Museo de Boston, se la vuelvo a enlazar para que no la busquen, afirma que «La historia de la propiedad no es definitiva ni completa, y está actualmente en revisión por los conservadores e investigadores del museo». Es más, advierten que la ficha es antigua y que no necesariamente refleja la situación real del objeto ni el conocimiento que sobre ella tiene el propio museo, que la está revisando.

Somos más timoratos nosotros que ellos. Mandan narices.

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14 respuestas a La portada de San Miguel de Uncastillo

  1. laMima dijo:

    Que preciosa esa portada madre mía y que coraje da leer lo que nos cuentas. La foto de la iglesia «mutilada» da escalofrío, pero me ha emocionado mucho más leer esa sentida defensa que Laura Laguía hace de la gente de Uncastillo.
    Nada es blano o negro, casi nada. Y menos todo aquello que recibe la pátina de tiempos difíciles.
    Pero vamos, eso solo nos duele a nostros. Aquí la peña de «espabilaos» se sale siempre con la suya, ¿no?…ains, que «desespero».
    Gracias por el post.

  2. t7 dijo:

    «Y nos preguntamos: ¿ha llegado ya el momento de solicitar las devoluciones, como están haciendo los países herederos de las Antiguas Civilizaciones, o deberemos dejar pasar unas decenas de siglos más?»
    http://seronoser.free.fr/tausiet/palabras/palabras036.htm
    Abrazo.

  3. Badil dijo:

    En esos tiempos no debía hablar inglés ni Dios, o sea que los curas tampoco, pero mira que nivelazo de relaciones internacionales.

  4. Jaime Carbonel dijo:

    Algún día habrá que salir de esta apatía que nos atenaza. Cuanto antes mejor. Lo malo es que, si esperamos que lo lideren nuestros representantes políticos, lo llevamos claro. Las asociaciones cívicas de nuestros barrios, pueblos y ciudades tendrán que tomar conciencia de ello, actuar como agentes impulsores y exigir a los que ocupan los cargos relevantes que cumplan con su obligación… o que se vayan.

  5. Javier dijo:

    Buen artículo, que hace pensar …

    La verdad es que al menos se debería intentar recuperar y no dejar que los oscuros intereses sustraigan el valor incalculable de semejante pieza histórica.

    Felicidades por el artículo!

  6. jose miguel dijo:

    Habría que reclamarla ya. Si no, los pobres catalanes se piensan que el conflicto de los bienes de Aragón oriental es porque les tenemos manía.

  7. admin dijo:

    Ima, lo malo es que el artículo del que he sacado la información tiene once años, once. Y, como vemos, pasó completamente desapercibido. Hace once años, ¿en qué estaba ocupada nuestra prensa? En cosas como ésta, desde luego, no… Cuando algo interesa, nos bombardean a modo; está claro que esto no interesa.

    T7: «Políticos aburridos, ahora que ya estáis enriquecidos, buscad en esta ocupación una excusa para pasar el tiempo, mientras encendéis con nuestros billetes vuestros puros robados.» La excusa sería cojonuda: reivindicar, si más no, lo que otros se llevaron fraudulentamente. Otros países lo están haciendo…

    Badil: si hay perras abundantes por medio, ¿cuándo ha sido un problema el idioma? Psss…

    Jaime: ¿todavía te preguntas eso? Está muy claro: que se vayan. Todos.

    Javier: el caso es que ésta es «solo» una… Y lo que pretende este artículo es hacer ver que se cometieron ilegalidades (desgraciadamente, no solo una) con nuestro patrimonio, y que nunca se ha planteado seriamente ni siquiera ver qué pasa, cómo están las cosas. Es mucho más cómoda la táctica del avestruz.

    Javier: cierto… Y, además, habría que acabar con el asqueroso sambenito que nos han colgado a los aragoneses, a los de los pueblos, de que lo que pasó fue por nuestra culpa. Es el colmo del cinismo.

  8. elToño dijo:

    Buen articulo, muy buén Articulo. Me alegro de que alguien de vez en cuando nos recuerde que somos una cuadrilla de calzonazos. A lo mejor algún dia nos despertamos y descubrimos que la miseria de Aragón no es que el Real Zaragoza baje a segunda división.
    Necesitamos más articulos como este, miles de articulos como este.

    Por cierto ¿ alguien sabe por donde para el Vidal Mayor ?

  9. admin dijo:

    Pues en la Paul Getty Foundation, ¿nor? ¿O es que ya nostallí? Ya lo miraré a ver… Un besico y gracias mil, querido Toño.

  10. admin dijo:

    Sí, allí está, allí sigue.

    http://www.getty.edu/art/gettyguide/artObjectDetails?artobj=5110

    Qué majos, por cierto, los de la Getty: el «king James of Aragon and Catalonia», dice. Ajjjj…

  11. Laura dijo:

    Hola, me sorprende releerme después de once años, yo escribí esa carta y sigo opinando exactamente igual, una pena lo de nuestro patrimonio «robado», y una pena saber que nadie desde ninguna institución hace nada por recuperarlo. Gracias por citarme, no debemos desesperar y sí seguir ejerciendo nuestro derecho al pataleo.

  12. Inde dijo:

    Gracias a ti por haber escrito esa carta, Laura. Cosas así son las que creo que nos hacen confiar en que más tarde o más temprano nuestro único derecho sobre esto no será el del pataleo. Un abrazo.

  13. Pingback: Uncastillo y la iglesia de Bosto | asalvodelolvido.es

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