Desidia en la catedral de Barcelona

He dicho muchas veces que me revienta, por injusta, la acusación a los aragoneses de desidiosos, de que no sabemos cuidar nuestro patrimonio artístico. Se nos ha dicho muchas veces esto en relación al largo «conflicto de los bienes», e incluso ha habido aragoneses que se han mostrado de acuerdo, para mi estupor.

No diré que no se hayan cometido pifias en Aragón, por activa o por pasiva. Pero lo mismo ha pasado y pasa también en otros lugares de España y del mundo todo. Que levante la mano el pueblo (entendido como «concepto pueblo», no como localidad concreta) que no se haya dejado caer una iglesia, no se haya vendido un retablo o un cáliz a un anticuario, al que no le hayan robado alguna pieza de sus obras antiguas en toda su historia, o que no haya cubierto de chafarrinones ultrabarrocos alguna joya gótica. Por un poner.

¿A qué viene eso de marcarnos a fuego el sambenito de «desidiosos» a los aragoneses? 

Para que se vea que en todas partes cuecen habas, y en algunas a calderadas, os traduzco un fragmento del libro  «El salvament del patrimoni artístic catalá durant la guerra civil«, de Miquel Joseph i Mayol (1971). Se trata del relato de un episodio de salvamento artístico llevado a cabo en los primeros días de la guerra por la Sección de Monumentos de la Generalitat, que procuró poner a salvo de la quema todo lo que pudo. Esto es lo que cuenta de lo realizado en la catedral de Barcelona:

Personal especializado se ocupó de desmontar los grandes retablos góticos, las grandes estructuras barrocas y parte del mobiliario del culto […].

Después se procedió a una minuciosa limpieza: recogieron todos los trastos viejos, especialmente gran cantidad de madera inservible que se había acumulado a lo largo de los años y cualquier otro tipo de materiales inútiles, inflamables, para evitar el peligro de incendio y la integridad de la grandiosa construcción de la Seo.

Durante la limpieza se descubrieron diversos objetos de valor completamente desconocidos: un cofre árabe, de marfil, del siglo XIV; una magnífica espada, con la inscripción que da fe de haber pertenecido al condestable de Portugal, y, entre otras piezas, un retablo que resultó ser obra de Jaume Huguet, una de las mejores de la escuela catalana del siglo XV, el cual, vuelto del revés, de cara a la pared, servía como respaldo del banco de una capilla. Convenientemente restaurado en el taller del museo, el retablo recobró su magnificencia.

Se trataba de los restos del retablo de la capilla de San Bernardino, que hoy se conservan en el Museo de la Catedral. Me ha costado lo mío identificarlo, pues toda la bibliografía que tengo a mi alcance se cuida muy mucho de contar la peripecia sufrida por esta obra.

Ya ven, pues: en el principal templo de la capital barcelonesa, al cargo de canónigos de nivel, y no de simples párrocos de aldea, con recursos suficientes y no abandonado de la mano de dios en un remoto enclave rural, tenían una obra maestra del gótico hecha trozos, utilizada como respaldo de un banco.

Y, sin saber cómo ni dónde, ni siquiera conscientes de que existían, tenían también por allí una arqueta de marfil del XIV y la espada del condestable de Portugal…

¿Qué se diría de los aragoneses si esto hubiera pasado en la Seo? Buenooooo…

Pues de ahí viene el título del post, deliberadamente provocador. No pretendo decir que en la catedral barcelonesa fueran particularmente desidiosos; sólo hacer ver que nadie tiene derecho a tirar la primera piedra. Basta de paternalismos y de ínfulas de superioridad que llevan implícitas un profundo desprecio.

Mañana seguimos con otro ejemplo, éste muy sangrante; porque el que viene contado no es una excepción.

Y vaya desde aquí una tremenda colleja, una que deje a Amparo Baró a la altura del barro, hacia todos esos aragoneses que son los primeros en tirar por tierra nuestra autoestima y nuestro orgullo.

[Por cierto que el tal Joseph i Mayol… menuda pieza. Otro día comentaremos algo sobre él.]

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4 respuestas a Desidia en la catedral de Barcelona

  1. admin dijo:

    Hombre, es que está escrito con los nasos…

    «2000 musulmanes que los catalano aragonoses esclavizados», por ejemplo. Ñic, ñap, glop, huy.

  2. laMima dijo:

    ¿Un retablo-respaldo?, joplas. Es bueno saberlo porque está clarísimo que en todas partes cuecen habas si señora. A ver.
    Pero esto es como todo; hay gente que no duda nunca en reconocer sus fallos pretendiendo ser honesta y otra que no pierde un segundo en ocultarlos.
    Lo malo es utilizar sin miramientos, sin justificación, sin control, esa «confesión».

  3. Luna dijo:

    La obra que citas copia textualmente algunos párrafos de un libro que tengo en casa y es bastante raro porque con el tiempo lo han hecho desaparecer de todas partes. Yo tengo la versión en francés del opúsculo «Le sauvetage du patrimoine hoistorique et artistique de la Catalogne», editado pòr el Comisariado de propaganda de la generalidad de cataluña en 1937. Muy interesante, en él se documentan expolios como el de Sigena (fotos incluídas del desmontaje).

    He llegado a tu blog mientras hacía un rastreo de los tesoros (infinitos) que en él se enumeran y -por supuesto- de gran parte de las obras no se sabe nada, pero visto lo que pasó con el Santo cristo de lepanto o la Custodia y trono de martín el Humano, no llamemos desidia a lo que fue puro latrocinio.
    Queda el opúsculo mencionado a tu disposición, si me pones un mensaje en el correo electrónico miraré de enviarte un escaneo.

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