La última discusión sobre Sijena, esta vez centrada en el pueblo de Villanueva y los sucesos del 36, comenzó en realidad con algo que no tenía nada que ver con esto. El inicio de todo fue un artículo de Guillermo Fatás en el Heraldo que no iba sobre ese asunto (lo enlazo aquí porque en la web del Heraldo no lo colgaron). El catedrático comentaba una noticia aparecida pocos días antes en El País, que recogía declaraciones interesadas de los dos conservadores del Museo de Lérida, y enviaba un mensaje: la historia del expolio de Sijena es una, aunque con muchos episodios y matices, y no hay que caer en la trampa de trocearla «y centrarla cada vez en un episodio suelto», porque eso «solo es bueno para sus depredadores».
Siguiendo precisamente esa táctica (lo que no quiere decir que yo lo tache de depredador), en lugar de contestar al tema del artículo, el conservador Albert Velasco respondió en Twitter centrándose en una línea concreta, un comentario absolutamente lateral al asunto de fondo: al referirse a la destrucción del monasterio en la guerra, acotaba Fatás que se produjo «por fuerzas milicianas procedentes de Barcelona bajo la autoridad del gobierno catalán». Dejo aquí «foto» del artículo y del detalle de ese comentario:
Hecho: el tema se desvía hacia esa frase y se obvia el tema de fondo. Estos fueron los comentarios de Velasco como reacción, que traduzco y pongo luego en captura. Recuerden que hay que leerlos de abajo arriba:
En el tema de Sijena, hay gente que habla a lo bruto. Hoy, Guillermo Fatás, catedrático de la Universidad de Zaragoza y miembro de la Real Academia de la Historia. El Dr. Fatás publica hoy un artículo de opinión en el Heraldo de Aragón sobre el tema de Sijena. Habla del incendio en la Guerra Civil. Ay.
Desde Aragón demasiadas veces se pone énfasis en que el monasterio fue quemado por una columna anarquista venida de Barcelona. Pero las mismas voces nunca recuerdan que la misma columna, por el camino, dejó un rastro de destrucción brutal en tierras catalanas.
Este académico «de prestigio» va un paso más allá y habla de «fuerzas milicianas procedentes de Barcelona BAJO LA AUTORIDAD DEL GOBIERNO CATALÁN». Da pena y vergüenza ajena cómo profesionales de la historia, catedráticos de universidad, se prestan a este juego absurdo. Y después dicen que vamos de victimistas y que vemos anticatalanismo donde no lo hay. Si esto no es anticatalanismo, ya me diréis qué es.
Como los comentarios puestos en Twitter por el conservador fueron injustos, Fatás le respondió una semana más tarde, con otro artículo en Heraldo.
La respuesta de Fatás en el Heraldo del domingo siguiente negaba el anticatalanismo. Su afirmación, dice el catedrático, viene sustentada en el hecho, recogido por la historiografía de todo color, incluida la independentista, que da fe de que el presidente de la Generalitat, Lluís Companys, dio soporte a la creación del Comité Central de Milicias Antifranquistas. Que nombró a dos delegados para que representaran en él al Govern, uno de ellos como jefe militar, y que eso evidencia que el CCMA quedó vinculado directamente a él. De manera que, sí, esas fuerzas milicianas quedaban, como había dicho en su primer artículo, bajo la autoridad del gobierno catalán.
Velasco se indigna entonces porque entiende que lo que dice Fatás es que la Generalitat apoyaba las destrucciones hechas por las columnas de milicianos que salieron de Barcelona hacia Aragón y, en concreto, la destrucción de Sijena. Anuncia que esa «vergüenza» no va a quedar sin respuesta y varios días después publica, en una suerte de respuesta indirecta, un artículo en la Tribuna de El País. Pero en lugar de contestar al tema, de nuevo se desvía hacia otra cosa. Y no habla de Companys ni trata de desmentir su soporte al Comité de Milicias Antifranquistas, sino que centra el discurso en afirmar que no fueron las columnas libertarias las que quemaron Sijena, sino los propios vecinos de Villanueva. ¿Qué tiene que ver esto con lo anterior? ¿Nada? Nada.
O bueno, sí: es una nueva pieza que añadir en el empeño sostenido de transmitir un único mensaje al personal, y es que todo lo que hace Aragón, o viene de allí, tiene un único origen que es el anticatalanismo.
Así que ya tenemos otra bronca nueva montada en un momento, todo el personal concentrado en defenderse de la acusación infundada de Velasco*, el pueblo de Villanueva ofendidísimo y los catalanes descerebrados (ojo: no digo «los catalanes en su conjunto», digo «los catalanes descerebrados», que los hay, como en todas partes) indignados porque fíjese usted qué barbaridad, nos han acusado de incendiarios y resulta que «no fuimos nosotros» sino que «fueron ellos».
Recordemos la frase de Fatás que encabezaba este post: fragmentarlo todo, desviar la atención en temas parciales, es lo mejor para quien no quiere analizar de verdad el fondo del asunto, ni dar argumentos sólidos que defiendan la postura de la Generalitat, ni abordar el problema que supone incumplir una sentencia en un Estado de Derecho, etc.
Pero todo suma en el objetivo de atizar el fuego. No sabemos quién prendió la mecha en el 36, pero está claro quién tiene interés en provocar incendios en el corazón de la gente ochenta años más tarde. Es una irresponsabilidad alucinante.
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*Infundada, sí: Velasco se basa en la Causa General, que él mismo reconoce que no es fiable, pero que en este caso reconoce como válida porque dice que Julio Arribas Salaberri, secretario de Sijena en el momento de estallar la guerra, y que publicó un libro sobre la historia del monasterio en 1975, refrenda lo dicho en esa Causa. En esta última se responsabiliza de la quema del monasterio a «casi la mayoría de vecinos», pero Arribas no dice o sugiere, ni por lo más remoto, nada semejante. Si Velasco trabajara con los criterios y metodología de la «ciencia histórica» a la que él mismo alude, analizaría más fuentes (las hay) antes de lanzar semejante acusación, o como mínimo haría una referencia más completa a las dos principales que presenta (la Causa y el libro de Arribas), donde constan más testimonios que resquebrajan una afirmación tan contundente y dañina. Les pongo todas las páginas que hablan de este episodio de la guerra, fotografiados del libro de Arribas. No sé ustedes, pero yo ahí no encuentro nada que permita sustentar la afirmación de la Causa General:
Me parece que para armar su artículo en El País, Velasco no acudió al texto original de Julio Arribas sino a la versión sui generis que se da en una web delirante, «Més Vibrant», cuyo enlace les dejo aquí para que juzguen ustedes mismos el nivelazo. En concreto, hay un artículo sobre Sijena que cuenta lo siguiente:
Si se toman la molestia en comparar esa seudo-cita con el original, verán que las variantes son sustanciales. En esta web se cargan las tintas contra los del pueblo haciendo ver que es eso lo que escribió Arribas, PERO ESO NO ES LO QUE ESCRIBIÓ ARRIBAS. ¡Está mintiendo! Un historiador tiene que tener criterio a la hora de elegir las fuentes, y procurar que no te nublen el cerebro las ideas preconcebidas: los prejuicios. Ni siquiera la foto que aparece ahí es de Sijena. Flipante todo.
Deduzco que Velasco se basó en esta página porque sigue a pies juntillas otra falacia que se dice en otro artículo, y es que en 1977 el Instituto de Estudios Sijenenses, radicado en Villanueva de Sijena, reeditó el libro de Arribas pero omitiendo, «extrañamente», los pasajes que supuestamente inculpaban a los del pueblo:
«Pese a que es el mismo texto, punto por punto, se omite toda referencia a este hecho», dice Jordi Matilló, administrador de la página, a quien me abstendré de calificar. Velasco dice, en su artículo, que «Extrañamente, en la reedición de su libro por parte del Instituto de Estudios Sijenenses, aparecida solamente dos años después, se suprimieron todos los detalles de los hechos».
Bien, vean los dos libros, el original y la «reedición»:
Si comparan esta foto con la que aparece en la página «Més vibrant», donde se han puesto al mismo tamaño, verán que existe una «pequeña» diferencia: el libro editado en 1977 no es una reedición, sino una versión abreviadísima. No es que desaparezcan esos pasajes pretendidamente incómodos, sino que se reduce el texto a una quinta parte, aproximadamente.
Si el artículo de Velasco, publicado en uno de los periódicos más importantes de España, hubiera sido presentado como trabajo de curso en primero de carrera, el autor se habría llevado un suspenso rotundo y, por añadidura, un rapapolvo más rotundo aún.
Un último apunte: me temo que Velasco, aunque califica de «insigne» al monasterio de Sijena y afirma a cada rato que el discurso museográfico del Museo de Lérida hace un relato de la historia conjunta de los territorios de la diócesis, no ha estado allí. Lo deduzco de la siguiente afirmación, que hace en un artículo de El Punt Avui aparecido ayer:
Incluso se ha llegado a relacionar de forma indigna el incendio del monasterio y el posterior arranque de las pinturas murales efectuado por Gudiol. Y todo junto ha derivado en iniciativas tan esperpénticas como la de incluir esta desviada e interesada versión de los hechos en uno de los paneles informativos del monasterio.
Se refiere a este panel:
No es «uno de los paneles informativos del monasterio». Es EL ÚNICO panel que hay en todo el recinto. Y solo habla de la Virgen del Coro. Esa es toda la grave acusación que se hace «a los catalanes».
Ha habido, en estos meses, quien ha dejado caer que la gente de Villanueva no conoce las piezas del monasterio que están en Lérida, pese a que están a sólo 75 km de distancia. De Lérida a Villanueva hay el mismo trecho, y me temo que hay muchos que tampoco lo han recorrido. Pero hacen mucho más ruido.
Muchas gracias por tu fabuloso blog, y por dar respuesta a lo que se publica sobre este tema. Y ya con ganas de ver tu libro en las tiendas para poder leerlo. Lo dicho, gracias.
En cientos de pueblos en toda España no hubo frente, quedaron en el lado franquista los tres años y no hubo incendios en sus iglesias y monasterios. Sin embargo, al acabar la guerra civil, se fusiló a miles de personas de esos pueblos acusándolos de las más atroces fechorías. En Sijena aprovecharían para echarle la culpa del incendio a los pocos izquierdistas que había. De esta manera, además, el delito no quedaba impune: después de la guerra sería difícil indagar y localizar a los verdadero autores. Porque, desde luego, no tiene ningún sentido que grupos de anarquistas salidos de Barcelona fueran quemando iglesias en muchos sitios de Cataluña y Aragón pero en Sijena no. Y allí, no sólo no incendiaron sino que se llevaron las manos a la cabeza al ver el destrozo de los del comité local. Poco rigor demuestra el Sr. Velasco eligiendo unos datos poco fiables pero que le sirven perfectamente a su causa de indignar a los catalanes para que no consientan que se cumpla la sentencia.
aunque tarde muy interesante e ilustrativo gracias por tu trabajo por dar luz a tantas sombras,llegue aqui porque parece ser que los bienes vuelven a Sijena y los foros arden y buscando informacion bueno lo dicho muchas gracias