Acabo con esta entrega la serie «Malaprensa» y prometo procurar encontrar temas más animadicos y divertentes para posts futuros. Tiene razón mi amigo Santi: es preferible pasarse a El Jueves y dejar de leer la prensa «seria», o incluso de leer en general.
Debo una mención al blog Malaprensa, del que viene el título de esta miniserie y del que fui adicta durante mucho tiempo. Ahora lo soy menos, la verdad es que no sé por qué.
Bueno, a lo que estamos:
El pasado día 26 de octubre apareció en La Vanguardia un artículo titulado «Catalonia is different» (no se puede enlazar: la hemeroteca de este periódico cuelga en la web las ediciones a los 30 días de su aparición), firmado por Carles Castro.
El subtítulo del artículo es: «La memoria sobre el pasado reciente y las formas de superarlo distancian a Catalunya del resto de España«, lo que constituye la tesis que se desarrolla en el texto, la de hacer ver que en Cataluña se es más antifranquista que en el resto de España y que de ahí vienen los desencuentros entre una y otra.
El artículo es raro, por varios motivos. El principal, porque en el centro de la noticia aparece un cuadro de datos que parece ser el resumen de una encuesta hecha en Cataluña y en España, con resultados en porcentajes referidos a una serie de enunciados, del tipo: «Siente resentimiento hacia el franquismo», o «El recuerdo de la Guerra Civil continúa muy vivo en la memoria de los españoles», y cosas por el estilo, acompañados de dos columnas que reflejan diferentes grados de aceptación o rechazo a esos enunciados según se trate de un territorio u otro. No se dice en el artículo de dónde procede esa –suponemos, en principio– encuesta, sólo se señala en el pie: «Fuente: CIS». Pero no se explicita si corresponde a un estudio, ni quién lo encargó, ni cómo ni cuándo ni por qué ha sido hecho o publicado.
El cuerpo del texto elude dar esa información; el periodista sólo remite al lector a que mire los datos que aparecen en el cuadro adjunto, sin más; o se refiere vagamente a «los sondeos» o a «los indicadores».
Me mosqueó esa falta de seriedad y rigor. Si el periodista construye su artículo a partir de un estudio determinado, no puede solventar la papeleta diciendo, de manera marginal y al pie de un cuadro: «Fuente: CIS», sin más.
Claro que lo que ocurre no es que el periodista construya su artículo a partir de los datos de un estudio, sino que emplea los datos de un estudio, o más bien diríamos determinados datos, para apoyar unas tesis que ya tenía a priori. Eso lo he sabido luego, ahora lo digo.
Se afirma en la noticia –ya se ha adelantado más arriba– que lo que ocurre es que «Catalunya rechaza con más énfasis que España el franquismo y sus secuelas»; y que esa diferente visión sobre el pasado reciente explica «los desencuentros con el resto de los españoles en los planos cultural y político».
Prosigue el periodista:
«Los indicadores confirman algunas obviedades, como el acentuado antifranquismo de Catalunya (diez puntos por encima del conjunto de España), pero también revelan una actitud distinta a la hora de afrontar las secuelas del pasado. Por ejemplo, mientras menos de la mitad de los españoles se muestra a favor de enjuiciar a los responsables de los crímenes del franquismo, ese porcentaje roza el 66% de los catalanes. Y mientras uno de cada dos españoles se muestra partidario de retirar la simbología franquista (y uno de cada cuatro se opone), más del 72% de los catalanes apuesta por erradicarla.
De hecho, en el conjunto de España son mayoría los que rechazan investigar las violaciones de los derechos humanos durante la Guerra Civil y el franquismo, mientras que en Catalunya ocurre lo contrario. Y es que la vivencia de la dictadura no es la misma en todas partes».
Termino de leer esto y acudo a hacer lo que nos pide el propio autor del artículo, que es mirar el cuadro adjunto. Y veo que, por ejemplo, en concreto en este último dato (el del rechazo español a investigar las violaciones de los derechos humanos durante la Guerra Civil y el franquismo), la diferencia entre Cataluña y España es de un 7-8%. Vaya, pues no me parece tanto. Al menos, como para sacar las consecuencias de tan amplio calado como las que saca el articulista.
El caso es que, como Santo Tomás en un caso semejante, acudo a la web del CIS. Tras un buen rato de búsqueda, porque como ya he dicho antes el autor del artículo no se molesta en decir de qué estudio, encuesta, barómetro o demonios proceden esos datos, que ya le vale (alguien debería retirarle puntos del carné de periodista sólo por eso), encuentro la fuente: se trata de una encuesta realizada por convenio con la UNED en abril de 2008, de ámbito nacional aunque dividido en tres secciones (España en conjunto, Cataluña y País Vasco), entre población española de ambos sexos y de como mínimo 18 años.
Para empezar, no sé si es que han tardado año y medio a publicarla, y de ahí viene que sea noticia, o es que alguien en La Vanguardia se la ha encontrado buceando por la red y ha hecho un artículo aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid. Que eso tampoco tiene a bien decírnoslo el periodista. Pero bueno, vayamos a ver el estudio.
Las cifras que se extraen en el artículo que vamos tratando son rigurosamente exactas, incluso alguna que a mí, de entrada, me pareció tan marciana como la de que sólo un 28,2% de los españoles dijera que las simpatías de sus familiares durante la Guerra Civil fueran republicanas, frente a un 40% de lo mismo entre los catalanes. Aquí, por tanto, a la que se le deberían quitar puntos del carné de identidad, del de conducir o del de la Biblioteca de Aragón, porque no tengo otros, sería a mí, por desconfiada.
(Aunque, dicho sea entre paréntesis, no me negarán ustedes que no queda raro ese exiguo porcentaje de republicanismo en el conjunto de España, que los había hasta de derechas, los republicanos, y sin embargo parece deducirse de ese dato que no fueron más que cuatro gatos. Aunque también, pensándolo un poco, puede tener su porqué: si los hijos de los republicanos se han tenido que criar en Francia o en Argentina… pues a lo mejor es que en España quedaron algunos menos.)
En fin, recuperemos el hilo: decíamos que las cifras de los porcentajes son exactamente las que figuran en el estudio de marras. Pero es que en ese estudio hay muchas más cifras, muchos más datos que el periodista no ha considerado dignos de aparición, tal vez porque no ayudan a suscribir las tesis que sostiene en el artículo.
Por ejemplo, que hay un 2,5% de españoles y un 2,8% de catalanes que siente nostalgia del franquismo. En eso, no parece que estemos muy alejados. Tampoco en las simpatías «nacionales» durante la Guerra Civil: un 17,6% en España frente a un 15,2% en Cataluña.
Más cosas: hay un 75,4% de los encuestados mayores de 65 años en España que afirma no haber sufrido «ninguna consecuencia» durante la Guerra Civil, en forma de prisión, condenas, huidas, represalias laborales, etc.; cifra que en Cataluña se eleva al 90%. De ahí que los 10 puntos porcentuales de resentimiento hacia el franquismo que se revelan en esta encuesta en Cataluña por encima de España constituyan un dato a analizar con un poquito más de detenimiento.
Lo mismo pienso con esto otro: un 29,2% de los españoles mayores de 65 años piensa que el bando responsable de las consecuencias negativas que se sufrieron en la Guerra Civil fue el republicano; cifra que se eleva al 50% de los catalanes, según la misma encuesta.
Los que piensan que, respecto a los restos de las víctimas de la Guerra que aún están enterrados en fosas comunes, no se debería hacer nada, sino dejar las cosas como están, suponen un 26,3% en España, y un 26,9% en Cataluña.
Los que piensan que durante el franquismo «había más orden y paz que ahora» son un 35,1% en España y un 34,3% en Cataluña (cifra deprimente, sea como sea).
Los que opinan que no debería crearse una comisión que investigase las violaciones de derechos humanos durante la guerra civil son el 44,8% en España y el 43,5% en Cataluña; y lo mismo para el franquismo, no la creen necesaria un 42,2% en España y un 41,7% en Cataluña.
Los que, en España, piensan que la democracia siempre es preferible a cualquier otra forma de gobierno ascienden al 85,5%, que se queda en un 81,4% en Cataluña; y quienes opinan que «lo mismo da un régimen que otro» suman un 5,3% en España, frente a un 10,1% en Cataluña.
Un 38% de los españoles, según la encuesta, cree que «los partidos políticos sólo sirven para dividir a la gente»; lo mismo piensa nada menos que el 52,6% de los catalanes. Y quienes creen que los partidos «no sirven para nada» son el 15,8% de los españoles y el 25,6% de los catalanes. Es más, la política sólo genera conflictos y divisiones, según el 36,3% de los españoles, opinión en la que coincide el 46,9% de los catalanes.
Finalmente, un dato más debería ser objeto de reflexión: menos de la mitad de los encuestados, en torno a un 45%, para este estudio en Cataluña son oriundos de Cataluña, mientras que el restante 55% procede del resto de España, de provincias que empiezan por todas las letras, desde Álava hasta Zaragoza. Visto el tono del artículo, que marca tan netas diferencias entre un territorio y otro, quizá sería un dato a tener en cuenta, porque podría validar o deshacer los resultados netos.
En resumidas cuentas: es una encuesta realizada, ya se ha dicho, por convenio con la UNED, de modo que se supone que se ha elaborado para que los profesores o investigadores de esta Universidad, seguramente historiadores, antropólogos o sociólogos, los analicen y estudien debidamente, ayudados de sus conocimientos y de las herramientas propias de esas disciplinas. Son datos a veces contradictorios, que parecen confusos, y que para un ciudadano no versado en cualquiera de esas materias pueden resultar ininteligibles.
Pero no lo han sido para el autor del artículo «Catalonia is different», que ha espigado los datos que más le han gustado, los que le servían para corroborar una tesis que tenía asumida a priori. Y eso, para empezar, es un mal uso de una herramienta; pero de cara a los lectores, es algo tan grave como una manipulación.
es curiosa esa tendencia que existe en muchos sectores catalanes de vender la idea de que la guerra civil fue una guerra contra cataluña, algo que ha calado profundamente en la sociedad autóctona y en los charnegos más o menos asimilados por el poder establecido. lo que no se dice es que una parte considerable de los fondos para poner en marcha el golpe derechista (antes que franquista) eran catalanes, entre otras cosas porque los sectores agraristas a los que se endosa tradicionalmente la financiación de los preparativos liquidez tenían más bien poca. lo que ocurre con cambó y otros próceres del principado es ¿paradójicamente? ninguneado en la mayor parte de los tratados históricos. y algún día habrá que estudiar sin desapasionamiento el esfuerzo bélico, la procedencia de las tropas en el frente y su respuesta en combate, las decisiones políticas de los responsables autonómicos (que retienen tropas en casa para una autodefensa que nunca llega) o, incluso, la incidencia de la represión posterior en los ámbitos humano, social y económico. veremos que resultados más curiosos nos salen. por cierto, no deja de ser sintomático el hecho de que los dos golpes de estado del siglo XX en españa estén directamente relacionados con cataluña.
Pues ya me gustaría ver sus conclusiones publicadas en los medios de comunicación aludidos. Que se atrevan y que se defiendan. Así se hace periodismo, con rigor y sin miedo a decir las cosas tal cual son.
Enhorabuena.
Yo mas o menos iba a decir lo que dice Angel pero me s’adelantao.
(¿Ves que facil es subirse a hombros de otro que sabe mas pa quedar bien?)
Ángel, buenísimo tu comentario, estoy con mi primo Miguelgato. Esa curiosa tendencia a considerar la Guerra Civil como una guerra contra Cataluña se plasma incluso en los libros de texto para los colegios; yo viví en Barna a mediados de los noventa y me tocó consultar muchos libros escolares por motivos de trabajo, así que lo pude comprobar a modo. Digamos que la tergiversación histórica no me parece la más feliz de las ideas.
Nianankoro: gracias, muchas. Me vienen bien unos animicos, la verdad.
Mari, como te dice Nianankoro, lo mejor que podrías hacer el enviar este artículo a La Vanguardia.
La información sesgada, tomada por los pelos como aquí cuentas, tiene unas consecuencias y los verdaderos profesionales deberían asumirlas.
No sabes lo indefensa que me siento, informativamente hablando, después de tus post.
Piénsalo, no todo el mundo tiene la posibilidad de contrastar a fondo las cosas. Para eso, se supone, estaban ellos ¿no?..al monte con la cabra me voy a ir.
PD Por cierto, ¿solo un 17,6% de simpatizantes nacionales durante la Guerra Civil? entonces, ¿como se pudo llegar a eso?
Y no sé, Mari, si no es lo peor que suceda con demasiada frecuencia, no el intento de manipulación, que lo es claramente al sesgar la información, sino que lo consiga este tipo de personas tantas veces.
Como te dicen anteriormente, y como ya hicimos en otras ocasiones, estaría bien que se publicara tu artículo para que pudiera tener acceso más personal a esas conclusiones. A desenmascarar a los desaprensivos, en suma.
De algo podría servir: por ejemplo, para ponerlos coloraos y, a lo mejor, para que se lo pensaran a la próxima.
Huyyyyy, no sé. Mima, Roberto: tal como está el patio… soy bastante escéptica.
Soberbio artículo Mari. Iba a recordar la figura de Cambó cuando he leído el comentario de Angel, así que no es necesario. Otro apunte más: recomiendo el libro «El Vichy Catalán». El impecable título explica todo sobre su contenido.
Me apunto la recomendación, Juan: viniendo de ti, será canela de la molida, seguro. Como dice Ángel, cuyo comentario es obviamente la referencia para todos, porque sabe dar muy bien en el clavo, esta etapa de nuestra reciente historia debería ser estudiada con «desapasionamiento» (o sin él, pero con fundamento y sin tesis preconcebidas). Aunque es difícil: si se tergiversa la Edad Media… ¿qué no vamos a hacer con lo que ocurrió hace tan sólo unas décadas? De hecho, creo que el problema no está tanto en los estudios sino en cuáles se difunden.
Por cierto, que vaya qué joyicas os criáis por las montañas, hijos míos. Nos dais sopas con honda a los del llano: ¡madre mía, qué nivelazo! Llevo un tiempo largo ya dándome cuenta de que lo vuestro no son «brotes verdes»: son bosques enteros oxigenantes a tope. Y no me refiero a los pinos ni a los abetos, precisamente.