El 11 de octubre de 2005 entrevisté en Barcelona al entonces director del MNAC, Eduard Carbonell, para la revista Qriterio. Aquella entrevista formó parte de un reportaje publicado al mes siguiente, titulado «Monasterio de Sijena: lo mejor del arte sacro no vuelve» (nº 47, nov. 05, pp. 49-53).
Carbonell me mostró el libro de registro de las obras ingresadas en el museo, deteniéndose en las procedentes de Sijena, en las principales. Señaló el retablo comprado en 1918, junto con tres tablas más que llegaron en esa misma fecha, y afirmó:
Lo único que está en depósito de todas las piezas que posee el MNAC son estas pinturas. Hay documentos de la voluntad de darlas firmados por las monjas, ya cuando ellas estaban instaladas aquí, más o menos por la época en que se hicieron las ventas de los años 90. Pero esto no se llevó a efecto, porque está pendiente del obispado de Barcelona, que no se llegó a pronunciar sobre las pinturas. Recuerdo que las monjas, dos, ya muy mayores, venían a las reuniones con un abogado del bufete Piqué y Vidal y con una mujer laica, una señora que se llamaba Alcalde, creo recordar… Pero no se llegó a formalizar nada. Es lo único que está pendiente de las obras que el museo posee de Sijena».
«El único problema está aquí», me decía, señalando la línea donde figuraba el registro de entrada de las pinturas.
Si el director del MNAC decía esto en 2005, no sé cómo se puede afirmar ahora, por su actual gestor, que hay «un comodato» o «una cesión permanente» de las pinturas por parte de las monjas.
Dijo más, y lo transcribo ahora de la entrevista grabada, directamente y tal como lo dijo:
Lo demás es posterior y está todo adquirido, aunque de lo vendido ellas pidieron posteriormente una serie de piezas sin apenas valor artístico, como recuerdos personales o cosa así, que las pidieron y se les devolvió, para su uso aquí. Aparte de las adquisiciones del 18 y del depósito de las pinturas, todo lo demás son adquisiciones del 93, 94, 76 del Ayuntamiento de Barcelona, y del 82, 94… ya son adquisiciones del propio museo.
Ingresan muchas piezas en los años 70 en forma de depósito, pero luego cambian de forma de ingreso, de depósito a adquisición, años después, a partir de los 80 y sobre todo en los 90. Hay alguna pieza también adquirida por la Generalitat, una cerámica en concreto.
Lo único que está en depósito son las pinturas, donde hay documentos también de la voluntad de darlos: hay un documento firmado por las monjas con la voluntad de darlas, las pinturas murales; primero eran un depósito y después otro documento con la voluntad de darlas, pendiente del obispado, que el obispado entonces es el de aquí, el de Barcelona, porque las monjas ya están instaladas aquí. Y esto no se llevó a efecto, te lo cuento claro, no se finalizó, está así aún. El papel del depósito es del año 40, y el de la voluntad de darlas es muy posterior, ya estaba yo aquí, más o menos cuando la compra de las últimas piezas. Que es un acuerdo que se compra todo lo que ellas habían traído; son cosas de poco valor artístico, que se hace más como un favor para que subsistan y se hagan su casa, que no… Esta historia viene de depósitos hechos en los años 60 y 72. Hay dossieres preparados de todo esto. […]
El obispado de Barcelona no se ha pronunciado sobre las pinturas. […] Y lo único que está pendiente son las pinturas murales, lo demás está adquirido, todo. Por el ayuntamiento o el MNAC. Había mucho de instrumental que podríamos decir no artístico, en el lote, que se adquiría más bien para hacerles un favor, y que posteriormente ellas del lote reclamaron algunas piezas que necesitaban, sin más.
Lo dejo aquí por si a alguien le puede parecer útil. Porque sobre estas piezas últimas, las depositadas ya en los 70 por las propias monjas, se afirma, como se ve, que lo que se les devolvió eran » piezas sin apenas valor artístico, como recuerdos personales o cosa así, que las pidieron y se les devolvió, para su uso aquí». No me imagino que entre esas piezas «para su uso aquí» estuviera un belén de plata, tal como se afirma últimamente desde fuentes del MNAC. En cualquier caso, demuéstrese: el documento de depósito existe y se puede consultar en la red, pero el del levantamiento del depósito no es accesible, así que, mientras no lo muestren, las afirmaciones verbales se quedan en el limbo de los supuestos. Y chocan con lo que dijo Carbonell.
Marisancho, como casi todo tu trabajo sobre Sijena lo has hecho con documentos que te he pasado yo, no conoces otros que tengo, donde efectivamente, la Priora de Valldoreix Pilar Sanjoaquín en marzo de 1993 levanta parte del depósito que en en 1972 hizo la Priora de Sijena Angelita Opi en el Museo de Barcelona. Son 23 objetos, entre ellos, varios relicarios y también la famosa cuna de plata del Belén de Sijena. Si quieres te mando el documento, como te he mandado tantos otros para tu trabajo. Salutacions ben cordials!
Es gracioso tu comentario, Jorge, desde varios puntos de vista. Sobre todo, teniendo en cuenta que desde diciembre de 2014 tienes una copia de mi trabajo, que amablemente te envié porque el alcalde de Sijena consideró que podía ser útil para el juicio; y del que, por lo que he ido viendo en la prensa, has hecho uso y abuso. De que hayas hecho uso me alegro, que para eso te lo proporcioné. De lo del abuso… mejor lo dejo correr, pero dice muy poco de ti y de tu historiador.
También es graciosa, especialmente, otra cosa: en las decenas y decenas de obsesivos correos que me enviaste tras leerte mi trabajo, todos insultantes y algunos escritos a altas horas de la mañana, me decías que yo había elaborado mi investigación a base de «documentos falsos» o «inventados» y de «fuentes no fiables»; ¡y ahora dices que «casi todo mi trabajo» lo he hecho con documentos que me pasaste tú! Yo es que me troncho, Jorge.
Te recordaré, además, que mi trabajo se centró en las pinturas murales de Sijena, no en los bienes muebles. Y sí, me faltarán documentos, claro. Como en cualquier investigación histórica: nunca se agota. Y los relativos a Sijena, desde luego, no son fáciles de conseguir. Confío en que en el futuro los historiadores prosigan el camino al que yo he contribuido, y en parte iniciado, y avancen más. Es así como se construye la historia. Nunca desde la soberbia, deberías tener eso claro. Según lo que vas declarando por ahí, veo que a ti también te faltan documentos, e importantes.
Finalmente: en mi trabajo consta la lista de archivos a los que fui a investigar, que son una veintena. Me consta que la has visto, vais dejando huella detrás de mí. Tu comentario pretende dejarme en mal lugar, pero créeme, no lo consigue.
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En cualquier caso, espero que los datos que aporto en este post también te sean útiles, igual que todos los demás. De nada.
Efectivamente, casi todo, falta el casi. Tu trabajo sobre el Monasterio de Sijena, cuando tratas de Gudiol, está imbuido de la doctrina del MNAC y del Instituto Ametller. No aportas nada. Ni mencionas la declaración de pintura mural del ICOMOS, o que Puig y Cadafalch (Jefe de Museos de Barcelona) tildaba de «atentado artístico» el intento de arrancar las pinturas murales del Pirineo a principio del siglo XX alegando que esto ya no se hacía en ningún país de Europa, y, lo que es peor, a Gudiol, que fue el mayor depredador y expoliador de pintura mural de Europa, porque esto ya no se hacía en ningún lugar de Europa, lo santificas y glorificas, y de qué manera, cuando ni tenía competencia territorial alguna en Sijena, ni le ordenó el consejero Ventura Gasol arrancar nada (solo le pedía que hiciese trabajos de conservación en la Sala Capitular del monasterio), se aprovechó del vacío de poder del conflicto armado para arrancar ilegalmente las pinturas, y además se llevo las pinturas arrancadas a su casa, no al museo. ¡Ah! Y no las pagó, claro, que esto es muy importante, porque eran muy valiosas. Así, la Priora de Sijena Doña Pilar Samitier dijo que los del Museo de Barcelona se había llevado las pinturas murales «por amor al arte» (con sorna), y el Delegado de Bellas Artes en Aragón tildó la incursión de Gudiol de «robo». Es que fue un robo, un pillaje. Así dijo en el juicio de las pinturas murales Doña Rosa Gasol que si Gudiol hubiese techado la Sala Capitular y no hubiese arrancado nada, las pinturas se habrían conservado perfectamente en Sijena. Esta es la visión correcta, tanto de los propietarios, como de la autoridad que tenía competencias en proteger el monumento: fue un robo, un expolio. Todo lo que sea glorificar a Gudiol, me resulta deleznable y anti-ético desde el punto de vista del arte con mayúsculas. Así la II República tildó a Gudiol de traficante de obras de arte, y el Régimen de Franco lo inhabilitó como arquitecto de por vida. El arranque de pintura mural es la última solución, pero, para Gudiol era la primera.
Mira, Jorge, no: otra vez no. Ya intenté razonar contigo hace un año y fue imposible: eres una pared. Aunque se te pongan las evidencias delante, tú a piñón. Yo no santifico ni glorifico a Gudiol, simplemente reconozco lo que hizo. Tú no puedes lanzar esas acusaciones contra él sin pruebas. Es alucinante que te tenga que recordar esto, siendo como eres abogado.
En fin, que no te gusta mi investigación, eso me lo has dejado más que claro. Pues ya está. No le sigas dando más vueltas, que no tiene ningún sentido ni sirve para nada.
Pruebas? Pero si está todo en documentos como sabes. La Orden del Consejero catalán, la Orden de la D.G. de Bellas Artes que no reconoció nunca la legalidad del arranque de Gudiol y por ello ordenó al museo catalán que las devolviese a Sijena, el dictamen de Puig y Cadafalch…Si es que te has caído con todo el equipo cuando santificado al mayor depredador y expoliador de pintura mural de Europa. Y lo que hizo Gudiol en Bierge y en otros lugares de Aragón? En ningún lugar de Europa se arrancaba ya pintura mural más que en este lado de los Pirineos. Por qué será?
Ay, qué déjá vu. Otra vez a repetir los argumentos… Estoy por cortapegar lo que te dije en su día sobre todo esto, pero era muy largo. Seré más breve.
Ninguno de los documentos que mencionas sirven para tachar a Gudiol de expoliador, ni mucho menos del «mayor depredador y expoliador de pintura mural de Europa». Es más: sabes bien que Francisco Íñiguez, comisario general de Patrimonio Artístico en el franquismo, aceptaba que lo que hizo Gudiol en Sijena fue una operación de salvamento y recuperación; y se lo decía en un escrito confidencial a Lozoya, el director general de Bellas Artes, en 1955, documento bien conocido.
Yo no santifico a Gudiol. En su larga vida, y manejando el patrimonio como anticuario e intermediario de coleccionistas, seguramente no tuvo un expediente libre de mancha. Hay indicios, y en algún caso evidencias, de que no todo lo que hizo fue estrictamente limpio; aunque incluso en esos casos había responsables más altos con los que nadie se mete. De ahí a lanzar las acusaciones que tú haces, va un trecho muy largo. Y en Sijena, lo digo y lo mantengo, Gudiol salvó lo que quedaba de las pinturas, arrancándolas y llevándoselas en plena guerra de un monasterio incendiado, que no se habría librado ni por pienso de cualquier barbaridad poniendo a la sala un simple techo. Te recuerdo que en el cenobio de Sijena, poco después, se instaló un Regimiento de Caballería (aún quedan las argollas para atar los caballos en la nave del dormitorio de las monjas) y que sufrió la visita de otro Regimiento, el Engels, que volvió a hacer por allí las burradas que les apeteció. Para mantener a salvo esas pinturas habría que haber mantenido de forma permanente un cuerpo armado hasta los dientes durante toda la guerra. Vamos, hombre.
Otra cosa es el hecho de que esas pinturas, luego, no se devolvieran, como sí se hizo con miles y miles de piezas que los cuerpos de salvamento del arte, que actuaron en las dos zonas en conflicto, recuperaron y pusieron a salvo en centenares de depósitos a resguardo en toda España. Y que se restauraran sin permiso, y que se terminaran de arrancar sin permiso en el año 60 (y que se aprovechara entonces para arrancar otras que luego se hicieron pasar por catalanas), y que se obviaran olímpicamente las órdenes de devolución, que las hubo. Ahí es donde está el problema y donde deberías centrarte.
Gudiol no es «el enemigo». Enfoca. Y tampoco lo soy yo. Céntrate. Yo lo único que hice, fíjese usted, es proporcionarte «gratis et amore» mi trabajo para que utilizaras en el juicio lo que consideraras que podía ser útil. Una persona cabal se habría limitado a dar las gracias. Y si no te gusta lo que digo, ¿qué más te da? Yo soy la responsable de lo que he escrito, no tiene sentido esa obsesión que te dio conmigo hace un año y que ahora reverdece. Chico, déjame. Que existe libertad de cátedra.
Vamos a ver si razonamos. Hablas de que si el Regimiento Engels, y el Regimiento de Caballería se instaló allí. Y te pregunto: ¿conocían estos señores cómo arrancar pintura mural para robarla? Pues, no. Esto solo estaba al alcance de los Gudiol y los técnicos del Museo de Barcelona. Nadie habría tocado esas pinturas de allí, si Gudiol hubiese techado la Sala y desescombrado. ¿Después de haber ardido la Sala Capitular, si la hubiesen techado, qué crees que hubiesen hecho esos regimientos? ¿Poner las argollas de los caballos en el techo? Gudiol no salvó nada, expolió las pinturas de Sijena y las acabó destruyendo cuando las arrancó. Además, el Consejero ni siquiera le mandó arrancarlas, ni tenía Gudiol competencia alguna allí. Y es mentira lo que dices de Iñíguez. Pero si la D.G. de Bellas Artes no dio licencia para esa operación, ¿cómo va a aprobarlo? Por eso el Marqués de Lozoya, el D.G. de Bellas Artes, le dejó bien claro al museo catalán que las pinturas se tenían que devolver a su lugar de origen, porque la D.G. de Bellas Artes no había autorizado esa operación. Es que es bien sencillo de entender. Tu lo que tienes que hacer, créeme, es pedir una plaza de historiadora en el MNAC o un beca, que seguro que te la dan antes que a los propios estudiantes catalanes. ¡Ah! Y por lo menos dame las gracias de que sea el único que escribe en tu blog, porque no lo lee nadie.
Mira, Jorge, lo dejo ya. Estás derivando hacia un infantilismo tremendo. Paso de soportar que me acuses de mentir y que te metas conmigo de esa forma. Esto no conduce a nada positivo, así que vamos a dejarlo estar.