Ayer volvió a salir en El País otro de esos artículos sobre Sijena que da gusto leer para luego despellejarlo. Como siempre, información desde Barcelona y de J. Á. Montañés. Se titula «Las monjas de Sijena ocultaron el paradero de 23 piezas» y ya desde el titular es todo un despropósito.
Resumo el contenido: las monjas de Sijena dejaron en depósito 23 piezas en el actual MNAC cuando se trasladaron de su monasterio a Barcelona, en los 70; luego, en 1993, levantaron el depósito y el MNAC se las devolvió, aunque antes las catalogó como bienes culturales. Al estar catalogadas, el propietario tiene que informar del paradero de las piezas, y resulta que eso es algo «que ahora se desconoce», según aseguran en la Generalitat. Por tanto, las monjas sanjuanistas se enfrentan a una sanción que podría ascender a 138.000 € «si la Generalitat pone en marcha el proceso sancionador», aunque de momento solo dicen: «Estamos estudiando el tema». Todo ello es una muestra «de las irregularidades en que han incurrido las monjas de Sijena», que tampoco informaron «de la salida de las piezas en 1970 desde el monasterio ni de su venta en 1983, 1992 y 1994».
Afilando las uñas. Por favor, esperen un momentito.
En 1970, en efecto, las monjas de Sijena se trasladaron a Barcelona, para pasar poco después al convento de Valldoreix. No sabemos qué piezas llevaron consigo, pero no fueron todas las que quedaban en su monasterio, ni mucho menos. Hubo otras que se movieron de allí después de que ellas se hubieron ido. En Villanueva de Sijena siempre han dicho que el obispo de Lérida mandó dos camiones a buscar cosas nada más producirse su marcha. Aunque esta tradición oral todavía está por probar documentalmente, hay un dato que indica que tal vez sea verdad, y es que parte de las piezas, bastantes más de las 44 que ahora deben devolverse por sentencia judicial, se llevaron a Lérida y no a Barcelona. Mal pudieron llevárselas consigo las monjitas, sobre todo porque eran muchas, pesadísimas y voluminosas: retablos, cuadros, mármoles, cajas sepulcrales… Todo eso que hoy está en Lérida (no expuesto en su gran mayoría, en contra de lo que afirma el periodista, por cierto).
Sí que se puede probar, sin embargo, que hubo material que se quedó entonces en Sijena y que en 1973 fue el actual MNAC el que mandó a dos operarios suyos a buscarlo para trasladarlo a Montjuic. Véase la factura que pasaron por gastos de desplazamiento, en la que se indica muy bien a qué fueron:

Efectivamente, era y es necesario notificar a las autoridades cualquier traslado de bienes culturales; más que nada porque, si no se notifica, la cosa puede confundirse con un robo. En este caso, estaría bien saber si se hizo inventario de lo que se llevaron los técnicos del Museo de Barcelona, si se notificó este traslado de bienes a las autoridades y al obispado, cuáles fueron esos bienes que precisaron dos coches para ser trasladados y dónde están. Y, averiguado todo ello, «estudiar» si se promovía expediente sancionador contra el museo.
Los bienes que salieron del monasterio en 1970 fueron más de 120, cifra que calcula el periodista y que le sale de sumar los 97 que reclamó Aragón y los 23 que, dice, depositaron las monjas en el MNAC y se devolvieron después. Hay muchos más depositados tanto en Lleida como en Barcelona, desde luego. Pero me gustaría comunicar al autor del artículo que los objetos depositados directamente por la priora de Sijena, Angelita Opi, en el MNAC no fueron 23 sino algunos más. Concretamente, 116.
Tienen aquí el documento de ese depósito, conocido porque fue publicado por la prensa aragonesa hace ya tiempo. Se formalizó el 10 de abril de 1972 entre la priora, como ya se ha dicho, y el director del museo, Juan Ainaud de Lasarte. Pueden comprobar todo lo que digo si acceden al enlace que he puesto. La priora los entregó «para su custodia» y Ainaud se comprometió «a velar fielmente por su conservación e integridad». Entre los objetos depositados figuran los que relaciono a continuación.
No pasen la vista por encima, como solemos hacer todos cuando vemos una lista. Presten atención, léansela, porque ahí figura buena parte de las piezas que durante años nos han permitido hablar del «Tesoro de Sijena»:
- Corona grande de plata de la Virgen, con aureola de estrellas.
- Diadema de plata de la Virgen con una piedra grande engarzada en el centro.
- Corona de plata del Niño Jesús.
- Ramo de flores de plata, para la mano de la Virgen.
- Santa Paz de oro esmaltado y nácar, con piedras; con el Cristo de Piedad en el centro.
- Paz de plata con el Buen Pastor y dos ángeles.
- Paz de plata con Crucificado.
- Lignum Crucis de oro de estilo plateresco.
- Relicario de doble tapa para Sagradas Formas, con cruz con pie, grabada.
- Relicario de doble tapa para Sagradas Formas, con cruz de Malta grabada
11 a 22. Doce cruces de Malta de oro, de primera clase, sin piedras.
23 a 27. Cinco cruces de Malta de oro, con piedras y esmaltes, de primera clase.
28 a 36. Nueve cruces de Malta de oro, de segunda clase.
37 a 47. Once cruces de Malta de oro, de tercera clase, más un óvalo para cruz, sin ella.
48 y 49. Dos cruces grandes de plata.
50 a 53. Cuatro medias cruces grandes de plata.
Luego vienen relacionadas, con los números 54 a 74, las piezas del Belén, de plata, oro y marfil, que se hicieron famosas este año con el asunto de su salida a subasta, incautación por la policía y traslado a Zaragoza.
Además hay varias piezas de plata, bandejas, cálices, un «gran relicario de oro y plata con esmaltes, de estilo plateresco (al que le faltaban tres de las cuatro figuritas del pie), dos tapas de libro con relieves de plata, relicarios (parte de los cuales fueron vendidos y ha reclamado Aragón, que han sido devueltos), ornamentos y ropas (ídem), fragmentos de vajillas, loza y azulejos (ídem), y un lote de platos negros de madera.
De todo ese lote, en 1993 solo se devolvieron 23 piezas, que el periodista detalla («según una relación a la que ha tenido acceso» su periódico) y que, dice, están «en paradero desconocido»:
había seis relicarios, uno de ellos con restos que pertenecen, según los católicos, a la cruz de Jesucristo, y otro de San Juan Bautista; dos portapaces de plata, uno con el Buen Pastor y dos ángeles y otro con un crucifijo, dos cajitas eucarísticas, tres platos de cerámica, dos cucharas, un jarro, una tapa de libro, un niño Jesús de marfil, su cuna y varios elementos de un pesebre de plata.


Dejando al margen que varias de ellas están en paradero perfectamente conocido, o sea, el Museo de Zaragoza, pues es allí donde fueron a parar la cuna de plata archifamosa con sus piezas complementarias (en total, son 14 las que están en Zaragoza; faltarían siete para que estuviera completo, según el documento de depósito), ¿dónde están los demás bienes del depósito que hizo Angelita Opi, todas esas joyas de oro macizo, algunas con pedrería? ¿Se informó de la formalización de este depósito a las autoridades? ¿Qué fue de las 37 cruces de Malta, de oro? ¿Y de las seis de plata? ¿Y de la cunita de ese Belén, que falta y era de oro? ¿Se sabe algo del gran relicario de oro y plata con esmaltes?
En el documento de depósito de 1972 se indica que todas esas piezas fueron inventariadas en los fondos del MNAC, con los números 114.001 a 114.181. Dígannos: ¿siguen en el museo? Yo no es que sea desconfiada de mi natural, pero hay casos, como éste, en los que la desconfianza está justificada. ¿Y por qué? ¿Por anticatalanismo? Oh, qué lástima no dar pie a La Excusa, pero no es por eso. Es porque una de las piezas más valiosas de ese depósito, la reseñada como «Santa Paz de oro esmaltado y nácar, con piedras, con el Cristo de Piedad en el centro», fue vendida en 1976, es decir, tras la muerte de la última priora de Sijena, al MNAC. Y de allí FUE ROBADA en 1991, en uno de los episodios más bochornosos de la historia del museo, pues tardaron más de un año en notificar el robo y, cuando de él se hizo eco la prensa, se denunció que las gestiones para aclarar lo sucedido habían sido de todo menos claras. Este era el portapaz, que no ha sido hallado aún:

Y ésta, la noticia que salió en la prensa, en un medio tan poco sospechoso de anticatalanismo como La Vanguardia. También J. Á. Montañés le dedicó un artículo hace no mucho.
Bien, insisto: ¿y el resto? Parte de ese depósito está ahora en Sijena, fue devuelto por el MNAC entre las 53 piezas que entregaron al monasterio en julio, porque figuraban entre los bienes vendidos entre 1983 y 1994: ropas, ornamentos, algunas piezas menores (las que desde algunos ámbitos han sido denominadas «quincalla»). Vale, ¿y lo que no era quincalla, sino joyas valiosísimas? ¿Puede decir el MNAC dónde las tiene, puesto que fueron inventariadas? Y si están ahí, ¿verdaderamente son piezas destinadas a dormir el sueño de los justos durante décadas sin ser expuestas ni estudiadas, ni dadas a conocer? ¡No sabemos ni cómo son, no hay ni una bendita fotografía!
Una cosa más: el depósito en 1993 no lo levantaron las monjas de Sijena, a las que se acusa desde el mismo titular de la noticia de «ocultar el paradero» de esos bienes, sino la priora de Valldoreix, la avariciosa Pilar Sanjoaquín. Parte de esas piezas se las donó a una amiga, Pilar Alcalde, cuyos herederos siguen poseyéndolas, como se puso de manifiesto con la historia de la cuna. ¿Por qué no investigan todo eso? La amenaza de sanción a las monjas sanjuanistas que se hace ahora, ¿es porque se interesan por el paradero del patrimonio o por qué otro motivo?
Si la GenCat, ahora tan escandalizada, se hubiera interesado verdaderamente por el patrimonio, habría tenido que poner el grito en el cielo hace seis años, cuando se descubrió, tras el robo en una masía en Riudecols, que allí había piezas de Sijena y que el propietario de aquellas piezas y denunciante del robo mintió descaradamente cuando dijo que el relicario de Santa Waldesca, que reconocieron en Villanueva de Sijena cuando la historia trascendió a la prensa, no pertenecía al monasterio. En aquel momento, el alcalde de Villanueva, Alfonso Salillas, pidió por activa y por pasiva que se investigara a fondo por la procedencia de las piezas, y por cómo habían ido a parar a manos de ese señor. Pero entonces la Generalitat no dijo nada. Tampoco dijo gran cosa el Gobierno de Aragón, es cierto; pero sorprende que ahora la GenCat amenace con emprender un proceso sancionador contra las monjas sanjuanistas (que no tienen nada que ver con la responsable de este desaguisado, que fue la priora de Valldoreix), y entonces se quedara mudita y mirando hacia la tranquila línea del horizonte.

Finalmente, y por puntualizar: señor Montañés, no se desconoce el paradero de 23 piezas, sino de 17. Así que la teórica sanción que habría que pedir a las monjitas sería menor de la que usted dice. Haga bien la cuenta, que hasta en eso estamos faltos de rigor.
Y un llamamiento al Gobierno de Aragón: tomen nota de todo esto, por favor. Pidan, que es necesario, que se identifiquen y localicen las joyas aquí mencionadas. Como no aparezcan, la sanción tendría que ser de fábula… y no sólo por un traslado sin notificar, sino por robo.